Arte Arte y patrimonio

Jaime Botín, entre el contrabando y la donación

Los expertos alertan: el mercado negro del arte crece con leyes muy restrictivas

10 octubre, 2015 00:29

“Sacar arte del país es muy fácil”. Al otro lado del teléfono Juan Varez, consejero delegado de Christie's Ibérica. “Quien tenga obras de arte no registradas puede moverlas sin problema”. Asegura que un 70% de la obra que pasó el año pasado por la casa de subastas de la que es el máximo responsable en nuestro país eran piezas fuera de catálogo. Todos los nobles guardan un tesoro y la mayoría son pinturas sin inventariar, que cambian de manos entre los herederos, generación tras generación, hasta que alguien decide vender para superar, por ejemplo, las apreturas de una crisis financiera.

España es cuna de patrimonio privado oculto y aflorado de grandes casas nobiliarias que sufren la dispersión de sus pinturas por cruces entre ellas, expolios y herencias que lo descuartizan en mil pedazos, que termina reuniéndose siglos más tarde en las colecciones públicas de los museos estatales. Los especialistas del mercado piden menos limitaciones contra la exportación de bienes artísticos para dejar que el tráfico fluya: “Cuanto más restrictivas sean las normas, más asfixiarás al propietario y más alternativas buscará para sacar del país la obra de arte sin contar con la ley. Además, es un mal ejemplo para otros coleccionistas”, cuenta Varez, que representa a la casa que pidió el permiso de exportación del polémico Picasso que Jaime Botín sacó del país saltándose la sentencia de la Audiencia Nacional. Ahora el ex presidente de Bankinter se enfrenta a una imputación de contrabando de obras de arte, como adelantó Carlota Guindal en este periódico.

Cabeza de mujer joven, de Picasso.

Cabeza de mujer joven, de Picasso. EFE EFE

El experto cuenta que “el cuadro está en España desde hace casi treinta años y si está aquí es porque él lo trajo, hay que reconocerle su compra”. Varez ha echado en falta más negociación por parte del Ministerio de Cultura en el caso del Picasso. El informe emitido por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes -organismo que decide qué puede abandonar el país para venderse fuera- dejó claro que Cabeza de mujer joven (1906) formaba parte esencial de nuestro patrimonio y debía quedarse en España, tal y como marca la Ley de Patrimonio de 1985.

Uso abusivo de la ley

“Lo que debería haber hecho la Junta es abrirse al diálogo. El Estado ha dicho que quiere la pintura. La ha parado, pero no la paga. Debería haber ejercido su derecho a tanteo. Es un uso abusivo de la ley que amenaza a los coleccionistas”, dice el responsable de Christie's Ibérica, que pide “responsabilidad” y “coherencia” a la Junta, para “controlar de manera sensata el tráfico de bienes, porque si no crearán el efecto contrario”.

Las grandes obras de arte acaban siendo adquiridas para enriquecer la colección pública.

El efecto contrario es el contrabando, que puede convertirse en donación involuntaria si las autoridades descubren el delito. “Tardarán más o menos, pero es ley de vida. Las grandes obras de arte acaban siendo adquiridas para enriquecer la colección pública. El fin de las pinturas importantes es la exposición pública”, cuenta Varez.

Desde la Fundación Casa Ducal de Medinaceli cuentan a este periodista que esa es la tendencia natural de las grandes obras: arribar a un museo público, porque no se puede sostener un patrimonio creciente. Las casas también sufren. Es el caso de la XXI duquesa de Cardona, Casilda-Ghisla Guerrero-Burgos y Fernández de Córdoba y la compra del Estado -en este caso sí- del excepcional El vino de la fiesta de san Martín, de Peter Brueghel el Viejo (que descansa en El Prado, en la sala del Jardín de las delicias y de la Mesa de los pecados capitales del Bosco), por siete millones de euros hace cinco años. La joven duquesa quedó huérfana a los 16 años y, tras trece años conviviendo con el cuadro, decidió venderlo aunque no sabía quién era el autor.

El retrato de Picasso se encuentra custodiada en el Museo Reina Sofía, después de haber sido requisado por la Guardia Civil en Córcega con destino Suiza para su venta, y si pasa a formar parte del patrimonio público será clave, tal y como informan desde la propia institución, en el relato de la trayectoria artística de la figura capital del museo: Pablo Picasso y Guernica.

El mercado nacional no puede asumir los 26,6 millones de euros en los que está valorada la obra de Botín

El año pasado el Ministerio de Cultura permitió la exportación para su venta de 10.581 obras de arte y de ellas sólo retuvo 70. A pesar de las cifras, Varez cuenta que “están parando muchas más que hace diez años”. Entre las que recibieron el permiso para abandonar nuestras fronteras había 12 Picassos. En la relación de salida las dos piezas más caras son un lienzo de figura humana valorada en 7,8 millones de euros y un autorretrato en 4,5 millones de euros.

El mercado nacional no puede asumir los 26,6 millones de euros en los que está valorada la obra de Botín. En España hay once personas con un patrimonio igual o superior a 1.000 millones de dólares, lo que significa que, en números de millonarios, en el año 2011 este país ocupaba el puesto número 12. El coleccionismo de arte español ha quedado congelado en estos años críticos. Además, las grandes fortunas de este país han preferido invertir en inmobiliaria y mercado de valores.

Coleccionismo amenazado

Según estudio de la Obra Social de La Caixa, el coleccionismo español actual está en retirada y constituye el sexto mercado de arte de la Unión Europea, con una cuota ligeramente por debajo del 2% del total. El arte moderno y contemporáneo supone el 42% del mercado nacional de subastas, y los grandes maestros representan el 37%. Aunque cerca del 60% de los coleccionistas se centran en el arte contemporáneo, las obras más caras de artistas españoles se venden fuera.

El panorama actual poco tiene que ver con el momento de mayor esplendor coleccionista de este país, cuando se acumularon las grandes obras que hoy forman parte del patrimonio público y privado. El mecenazgo de los monarcas y también de los nobles que se entregaron a la moda política de la pintura como instrumento propagandístico para proyectar sus carreras públicas, sobre todo, durante los reinados de Carlos V, Felipe II y Felipe IV, es la fuente que aún riega museos y colecciones privadas.

La Ley de Patrimonio Histórico está concebida para frenar la fuga de capital cultural y evitar la disgregación del legado histórico

Sin embargo, hay conservadores que denuncian la falta de investigación sobre el patrimonio escondido, porque no se promueve. ¿Consecuencias? Obras importantes que se escapan a pesar del control de la Junta, que se reúne once veces al año para atender las solicitudes pero no es infalible.

La Ley de Patrimonio Histórico está concebida para frenar la fuga de capital cultural y evitar la disgregación de bienes que formen parte sustancial del legado histórico. Es una norma para frenar la sangría del pasado. Lo que se llevó Erik 'el belga' en los setenta, con la complicidad y el soborno, fue lo que dejaron otros que peinaron cincuenta años atrás. La pasión voraz de los magnates en busca de joyas exóticas para su capricho tuvo en William Randolph Hearst el mayor traficante de todos. No fue la única fortuna que desembarcó en el nuestro legado histórico: John D. Rockefeller, J. P. Morgan, Samuel H. Kress, Andrew Mellon o Henry Clay Frick continuaron la razzia artística.

El padre de la prensa sensacionalista no paró el saqueo hasta que la Gran Depresión de 1929 tumbó sus aspiraciones megalómanas. La ignorancia del pueblo y su corrupción dejaron marchar por una peseta y quince céntimos el kilo la maravillosa y enorme reja del siglo XVIII que cerraba el coro de la catedral de Valladolid. En abril de 1929 se firma la venta entre el cabildo y el intermediario del millonario. Por “la cantidad alzada de quinientas pesetas” se llevó, además, dos púlpitos de lectura del antiguo presbiterio, una “colección de hierros sueltos e inservibles” y el zócalo de piedra en el que se encontraba la reja. Hoy es una de las partes más atractivas del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. El contrabandista acabó convertido en donante.