Buenafuente en su casa de Formentera, ante una de sus creaciones

Buenafuente en su casa de Formentera, ante una de sus creaciones

Famosos TRABAJA PARA PAGAR DEUDAS

Buenafuente, arruinado, usa la pintura como 'terapia'

El presentador ha tenido que hipotecar sus propiedades, entre ellas su casa de Formentera, valorada en 1,2 millones. Ahora vive en Madrid, en un piso de 200 metros cuadrados, con su mujer, la también cómica Silvia Abril, y su hija Joana. 

29 octubre, 2016 00:59

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Cuando las cosas llegan mal dadas, tener un escondite es una buena solución. Andreu Buenafuente (51) lo tiene, y lo usa cuando puede. Ahora que ha tenido que refinanciar la deuda de su empresa El Terrat hipotecando sus propiedades, nada como la pintura, su gran afición, para pensar en otra cosa. Es, además, lo que le gusta de verdad, y dice que pinta desde que tiene memoria. Es la terapia de Buenafuente.

"A veces me pregunto por qué pinto. Es una pregunta un poco absurda porque pintar, dibujar, es una expresión, una necesidad, una terapia... Es un montón de cosas", escribe Buenafuente en el blog que cuenta su faceta de artista plástico. "Y yo no desconecto porque conecto con otra realidad, más subjetiva, más anárquica. En mi opinión, mucho más divertida. Es el misterio apasionante de ver nacer formas, cuerpos, símbolos que ni tú habías imaginado. Pero es tu mano, tu pincel el que les da la vida”.

Buenafuente en Formentera de shopping

Buenafuente en Formentera de shopping

Al presentador le gusta pintar en verano, al menos cuando hace algo de calor, que es cuando tiene más tiempo y puede hacerlo al aire libre. Al principio lo hacía sólo para amigos, a quienes regalaba sus obras cuando mostraban algún interés. Pero en 2010 decidió organizar su primera exposición y vendió todas las piezas, que se pusieron en el mercado a un precio que oscilaba desde los 250 a los 2.000 euros. Y así sigue ahora, entre lienzos, acuarelas y óleos, con los que trata de escapar de sus problemas.

Porque para salvar su empresa ha tenido que hipotecar sus propiedades, entre las que se cuenta su casa de Formentera, valorada en 1,2 millones de euros, una vivienda típica ibicenca, encalada y de una planta, con una gran terreno. Allí, en ese jardín a trozos asalvajado es donde suelta su duende creativo el presentador.

Otra de las propiedades que ha usado para refinanciar la deuda de El Terrat es una plaza de garaje en Barcelona (15.000 euros) y su casa de Cabrera de Mar, a las afueras de Barcelona. La vivienda está valorada en medio millón de euros. Allí también dispone de un estudio y de algo de terreno, puesto que es una casa con jardín, pero no tiene tanto espacio como en Formentera.

Andreu Buenafuente con su mujer, la actriz Silvia Abril.

Andreu Buenafuente con su mujer, la actriz Silvia Abril. Gtres

Natural de Reus (Tarragona), Buenafuente se mudó al Maresme por insistencia de su mujer, la también cómica Sílvia Abril (45), que siempre bromea con que salió de su comarca para ir a buscar a su marido y volver rápidamente. Abril es muy casera y está muy apegada a la tierra. Pero ya no viven en el Maresme; desde el pasado verano, la familia de Buenafuente se mudó a Madrid.

Para su nuevo destino, buscaban un piso que fuera "mínimo de 200 metros cuadrados" y que estuviera por la zona de Alonso Martínez. Con ellos se mudó la pequeña Joana (4), su hija. Desde la capital presenta Late Motiv en Cero, una apuesta personal de Buenafuente. Cansado de tener que rendir cuentas por la audiencia e ilusionado por la posibilidad de encontrar un lugar en el nuevo canal de Movistar, el cómico decidió mudarse tanto de ciudad como de cadena (estaba en La Sexta con En el aire), lo que no le ha salido bien en términos financieros.

Buenafuente con  su hija Joana en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona

Buenafuente con su hija Joana en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona

Tal y como informaba esta semana Cróncia Global, la deuda de El Terrat pone en peligro el patrimonio del presentador. Una deuda, además, que comenzó a tomar cuerpo en 2013, cuando entró en números rojos por primera vez. Además, la separación profesional de Jordi Évole, su socio hasta 2015, también ha hecho mella en la empresa. En la productora reina el silencio sobre la cuestión.

La caída de la publicidad fue otro factor que Buenafuente considera determinante para hablar de la decadencia de su empresa, que empezó realmente con la crisis. Tanto afectó la crisis que en 2011 se vieron incapaces de pagar los despidos de parte de la plantilla cuando presentaron un ERE que afectaba a 30 personas. "Me jode que siempre veamos a los empresarios como chungos y siempre a los trabajadores como héroes", declaró en una entrevista.

El presentador en una gala

El presentador en una gala Gtres

Aquel año, el primero en el que esa máquina de ganar de dinero que había sido el Terrat empezó a sufrir, Buenafuente salió en defensa de la compañía y de su gestión al frente. "Pido respeto por una empresa de 20 años dando trabajo a cientos de personas. De la crisis no se salva nadie y hay que hacer malabares para salir adelante. Pero lo haremos, como siempre lo hemos hecho. A nadie le gusta reducir su empresa. Pero a veces no hay otro remedio. Se ruega no hacer leña. Al revés. Comprensión, luchar, ideas y adelante. Dicho esto, trabajando en hacer programas, lo que sé hacer. La empresa que no tenga problemas, que tire la primera piedra", escribió entonces en las redes sociales.

Buenafuente creó El Terrat en 1998 para producir sus propios programas. La empresa fue creciendo a medida que crecía el éxito de su creador. El primer programa de la compañía fue El Terrat de Radio, que se emitía en Radio Reus ea finales de los 90. En 1995 estrenaba su primer programa de televisión, Sense títol, un espacio de TV3 que convirtió a Buenafuente en un ídolo en Cataluña. Desde su creación, El Terrat ha producido más de un centenar de espacios tanto en televisión como en cine, teatro y radio.

Si tiene que cerrar el chiringuito, siempre le quedará la pintura, esa vía de escape que le lleva a imaginar nuevos mundos. Dicen que hay que estar dispuesto a reinventarse, incluso pasados los 50.