Si algo huele a podrido en la lejanísima Dinamarca, no os quiero decir aquí. En nuestra querida Españeta, pestilente capital del sur de Europa. Este bendito país -repleto de Rinconetes, Cortadillos, Roñas, Pizpiernas, empresas ficticias, Mortadelos, Filemones, sobresueldos para mileuristas, Monipodios, Lázaros y Alfaraches- necesita oxigenarse.

Cambia El Pequeño ‘Nicobluf’ la eterna telemolicie y el olor a sobaquina de ‘GHVIP’ por el banquillo de los acusados. Sale rana principesca la gallina de los huevos de oro falso. Es un ‘noparar’ lo de este muchacho. De repescado catódico a enmarronado por estafa, falsedad documental y usurpación de funciones públicas. Caótico, como la Ana de aquel rimbombante y tedioso filme de Julio Medem, nos ha salido este viejoven. Caótico y apocalíptico. Un desvarío integral. Era el elegido. El relevo perfecto de los manguis de guante blanco. La última bala que nos quedaba, para alargar el choriceo, en la escopeta nacional que siempre apunta a nuestras sienes. Pero se ha desinflado. Principito de Maquiavelo súbitamente destronado. Embaucador metido en jaris judiciales. Impostor de tercera. ‘Granhermanovip’ prófugo y ajusticiado.

Desparpajo no le falta al niñato venido a más que, aunque se las de de James Bond, queda en un cruce entre El Superagente 86 y Mr. Bean. El chico ha puesto en jaque a los altos mandatarios de la política española. Equipo de investigación, en La Sexta, con ‘Desmontando a Nicolás’, analizaba la noche del pasado viernes sus técnicas de ejecución. Y lo cierto es que no puede haber más cutrerío. Sale Fran Nicolás de un reality chou para responder ante la justicia. Lo cual es mucho mejor, desde luego, que verse obligado a contestar las preguntas chorra de Soporrrrrdi González al abandonar la choza de Guadalix. Tiene Fran Nicolás cuatro causas pendientes y se enfrenta a más de diez años de cárcel. La cosa es seria. Aun así, basta con ver la cara de satisfacción del chaval entrando o saliendo de los juzgados, rodeado de una nube de cámaras y periodistas, para no compadecerle. ¡Marchando cuarto y mitad de narcisismo televisado!

“La historia de este impostor ‘made in Spain’ es rocambolesca”, aseguró Gloria Sierra, siempre tan seria, al arrancar el programa. Y ahí lo clavó. En palabras de Frank Yeomans, psiquiatra: "El narcisista está convencido de que todas las relaciones humanas son tan jerárquicas e interesadas como las suyas. E inventa burbujas de sí mismo para combatir su inferioridad. Sus fantasías de superego acaban siempre en catástrofe anunciada".

Hacen falta muchos equipos de investigación como el de La Sexta en estos tiempos de mangoneo generalizado. Aunque, para nuestra desgracia, esta es la excepción que confirma la regla telebasurera del resto de cadenas amigas y enemigas. Eso sí. No cantó ni el tato durante el reportaje. “Lo dejamos aquí. Y me estoy cabreando”, es todo lo que sacaban al personal. De todas formas, lo que vimos el pasado viernes fue una muestra de que, en España, la realidad siempre supera cualquier ficción que se precie de serlo. Una españolada de tintes tragicómicos. Un filme negropolicial para telespectadores sin posibles.

La reconstrucción, según el sumario, de unos hechos de tebeo. Coches oficiales, chalés en El Viso madrileño, agentes de asuntos internos, pinchazos telefónicos, picapleitos sin muchas luces, dinero negro salido de la cartera del negro Obiang, mangoneos de baja estofa, banqueros jubilados empeñados en dejarse estafar por niñatos sin complejos, prestamistas de casino, sablazos a guardiajurados, cuentas embargadas, postineros almuerzos, códigos rojos, códigos verdes, lechugas, anacletosos mensajes en clave, políticos corruptos, diazepam 5 miligramos, chanchullos, mentiras frente a jueces ojipláticos… La de Fran Nicolás es una opereta con la apariencia de ‘The Wire’ cañí. Zarzuela a la que los chicos de ‘Equipo de investigación’, penúltimo eslabón audiovisual del periodismo de investigación serio y riguroso, supieron sacar partido.

Una frase y una respuesta, que quedó flotando en el viento, resumieron este verbenero dislate: “¿Quién es el cerebro de esto?”. “El dinero, señorita. El dinero”.

Y un final. De aplauso. En el que los reporteros del programa abordan al chiquillo y le preguntan por sus fuleros contratos con la familia Obiang. La sonrisilla de satisfacción de Fran Nicolás mientras les da la espalda y se marcha era un poema. Surrealista, pero poema al fin y al cabo. “Se va. Prefiere mantener la boca cerrada –despidió así Gloria Sierra, o su voz en off–. Quizá sólo sea un experto en contar medias verdades. Pero tal vez lo que aún no ha dicho, le convierta en alguien mucho más importante”.

Continuemos para bingo.