Este año se han cumplido 30 años de la ley electoral que impide la publicación, difusión o reproducción de sondeos durante los cinco días anteriores al de las votaciones. Cuando se aprobó esa norma no existían ni internet, ni los teléfonos móviles, ni se habían comercializado la televión por satélite o la televisión por cable. Es una ley, por tanto, previa a nuestra era: la de la revolución de las comunicaciones.

La prohibición de difundir encuestas electorales ha quedado tan desfasada que resulta ridícula, como lo son las condenas que la ley prescribe: multas, inhabilitación y hasta prisión. Como mucho, cabría plantearse si el mismo día de las elecciones es adecuado difundir encuestas. Países como Alemania e Italia lo impiden. Pero ordenar un apagón informativo en ese ámbito durante cinco largos días es una enormidad y no se da en casi ningún país de nuestro entorno.

Contra la libertad de información

La norma se creó con la finalidad de proteger a los votantes en una democracia inmadura. Pretendía evitar que se pudiera influir en el ánimo de los ciudadanos y modificar el sentido de su voto. En el hipotético caso de que eso fuera hoy un riesgo, son mucho más graves las restricciones que impone ese artículo a la libertad de expresión e información.

Resulta chocante, además, que mientras a los ciudadanos se les hurta la posibilidad de saber cuál es la evolución del voto, los partidos pueden seguir haciendo sus encuestas y adoptar sus estrategias en función de unos resultados que sólo ellos conocen en la trastienda, a espaldas de la plaza pública. Ni que decir tiene que los grandes partidos, con muchos más medios, son los grandes beneficiados, pues pueden invertir en estos estudios de campo.

Por otra parte, las nuevas tecnologías permiten burlar la ley y ponen muy difícil a la Justicia perseguir a los infractores. Dado que la ley española nada puede hacer en el extranjero, es posible encargar encuestas a medios de otros países para que ellos las publiquen, y la consulta a través de internet está a la distancia de un clic. El Periódico ya ha anunciado que su edición en Andorra mostrará sondeos en la web el mismo 20-D.

Imposible poner puertas al campo  

No se pueden poner puertas al campo y los internautas lo saben. Muchos de ellos han empezado ya a compartir resultados de sondeos en clave, sin palabras. El truco consiste en poner unos números -que se corresponden con la horquilla de diputados que se asigna a cada partido- y junto a ellos añadir frutas u hortalizas de un color con el que se identifica inmediatamente a cada formación política.

Queda claro que tenemos una ley anacrónica, inútil, muy alejada de una sociedad que está acostumbrada a informarse en tiempo real y en la que los ciudadanos comparten noticias al instante. Los nuevos partidos han basado su estrategia en la gran capacidad de comunicación y participación que ofrecen las nuevas tecnologías. Por todo ello, el próximo Gobierno debería reformar de raíz la actual ley electoral y, entre otras cosas, eliminar la prohibición de publicar sondeos cinco días antes de la jornada de las votaciones.