Ángel Nieto luciendo su ya mítico 12+1 en el carenado de su moto.

Ángel Nieto luciendo su ya mítico 12+1 en el carenado de su moto.

Ciencia

Así es la triscaidecafobia, la obsesión por el 13 que paralizaba a Ángel Nieto

El piloto zamorano desarrolló este trastorno irracional después de un trágico episodio que sufrió con 30 años en una carrera en El Derramador.

7 agosto, 2017 17:37

El 13 de noviembre de 1977, Ángel Nieto, estrella española del motociclismo y campeón del mundo en la categoría de 50 centímetros cúbicos, sufría el accidente más trágico de su carrera deportiva en El Derramador, un trazado urbano con escasas medidas de seguridad en Benidorm. Nieto, que contaba por entonces con 30 años, perdió los frenos de su moto y atropelló a cinco personas. El piloto se lanzó de la moto al ver que perdía el control y para evitar una catástrofe mayor. Su vehículo arrolló a cuatro personas. Una de ellas perdió la pierna en el suceso y otra estuvo muy grave. Desde esa fecha y hasta el día de su muerte, el 13 para Nieto pasó a ser un número maldito y al que se referiría a partir de entonces como 12+1.

El miedo irracional que algunas personas como el piloto zamorano desarrollan hacia el número 13 se denomina en psicología clínica triscaidecafobia o tredecafobia. Se trata de una superstición muy arraigada cuya primera referencia tiene que ver con el Código de Hammurabi, uno de los conjuntos de leyes más antiguos de la antigua Mesopotamia, que se saltaba el capítulo 13. También se ha relacionado con el hecho de que en la Última Cena hubo 13 personas y luego Jesucristo fue ejecutado, con que los egipcios vincularon la muerte a la decimotercera fase de la vida o con que la carta número 13 del tarot sea la muerte. ¿Tiene esta fobia al 13 base científica? Ninguna.

"Las supersticiones son creencias absurdas e irracionales, en las que no media la lógica ni la razón y que los seres humanos desarrollamos para tener una sensación de control sobre el presente o el futuro", explica Patricia Ramírez, psicóloga de la salud y del deporte.

La triscaidecafobia invade desde hace años algunos cines y teatros, que han eliminado esta cifra de sus butacas. Así, compañías aéreas como Iberia han decidido prescindir también de la fila número 13 en sus aviones, al igual que hoteles y alojamientos de medio mundo, que evitan tener habitaciones terminadas en 13 o saltan de la planta 12 a la 14.

"En el caso de Ángel Nieto, la fobia al 13 se desarrolla a partir de un suceso trágico, pero también tiene que ver con que este número se ha relacionado tradicionalmente con la mala suerte. Si el accidente hubiese ocurrido un día 3, seguramente no habría desarrollado esta manía", subraya Ramírez.

"Los seres humanos tenemos una capacidad de aprendizaje asociada al miedo que está relacionada con el condicionamiento clásico formulado por Pavlov con el experimento con los perros: asociamos determinados estímulos con experiencias emocionales (en este caso negativas) para protegernos, por muy irracionales que sean", apunta Antonio Cano-Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Pese a que se tiende a pensar que las supersticiones y las manías son propias de gente inculta, lo cierto es que éstas afectan a individuos de toda índole. Así, por ejemplo, el premio Nobel de Física Niels Bohr lucía una herradura en la puerta de su casa para atraer la buena suerte. "Todo el mundo puede desarrollar supersticiones, pero sí que es cierto que aquellas personas que tienen menos formación suelen buscar explicaciones irracionales para aquellos hechos que no comprenden", apunta Cano-Vindel, que señala además que las supersticiones y los rituales suelen asociarse a momentos de presión en los que los seres humanos necesitamos controlar más nuestras emociones.  

Cuando estas creencias absurdas comienzan a limitar tu vida cotidiana, advierten los expertos, pueden llegar a convertirse en trastornos obsesivos compulsivos (TOC) severos o en trastornos de ansiedad. "Las supersticiones se convierten entonces en pensamientos intrusos que no somos capaces de gestionar. Así que, en lugar de restarles importancia, dejamos de atender la lógica y la razón", finaliza el catedrático de la UCM.