Un ratón de laboratorio.

Un ratón de laboratorio. Dani Pozo

Ciencia Neurología

Detectar el alzheímer en la orina (de ratón)

Una investigación preliminar abre la puerta a la identificación preliminar de la demencia más frecuente. Su traslado a humanos sería clave para desarrollar un tratamiento eficaz, que no existe. 

15 enero, 2016 01:08

Hablar de investigaciones en ratones siempre es delicado, porque sólo un pequeño porcentaje llega a los humanos. Pero, al mismo tiempo, toda revolución científica que ha cambiado la historia de la medicina ha sido probada antes en animales de laboratorio.

Se calcula que el alzhéimer afecta ya en España a 600.000 personas. Además del impacto epidemiológico de esta cifra, la enfermedad tiene una gran relevancia social y económica. Hay dos factores que preocupan especialmente a los expertos: la falta de tratamiento eficaz y la dificultad para diagnosticar la patología en estadios precoces. 

Para paliar esta segunda circunstancia, periódicamente se publican avances en las principales revistas científicas, con diferentes grados de cercanía a la práctica clínica. El último lo recoge en su última edición Scientific Reports y es, sin duda esperanzador, si no fuera por un gran pero: el hallazgo que describe sólo se ha demostrado en ratones. 

Forma de distinguir

Lo que los investigadores del Monell Center, el Departamento de Agricultura de EEUU y otras instituciones han demostrado es que la orina podría esconder elementos volátiles (los que producen el olor) que sirvan de biomarcadores para la enfermedad de Alzheimer. 

Así, vieron que la orina de modelos de ratones transgénicos con la versión murina del alzhéimer olía distinto, con independencia de su edad y de lo avanzada que estuviera la enfermedad. De hecho, los perfiles de olor identificados permitían predecir qué ratones estaban afectados y cuáles formaban parte del grupo control, es decir, estaban sanos.

Este hallazgo sugiere que estos cambios en el olor se deben a identidad genética y no a los cambios patológicos en el cerebro que se asocian a la enfermedad.

Según explica a EL ESPAÑOL uno de los autores del trabajo, el profesor de Neurociencias de la Case Western Reserve University Daniel Wesson, este estudio se podría realizar en humanos, lo que no quiere decir que los resultados vayan a coincidir. "Habría que incluir biomarcadores adicionales y fijar bien el número de pacientes incluidos", comenta.

Otro de los investigadores, Bruce Kimball, va más allá y señala que su hallazgo sería útil para muchas otras enfermedades y, en concreto, para cualquiera que involucre procesos inflamatorios. 

Hallazgo muy preliminar

Guillermo García-Ribas, neurólogo del Grupo de Estudio de Conducta y  Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN) valora el estudio para este diario como "muy preliminar" y señala algunos puntos flacos de la investigación.

Así, apunta a que la orina de los mamíferos "suele tener un componente de comunicación entre ellos que en los humanos se ha perdido", lo que podría desvirtuar el hallazgo de cara a su traslado a personas.

El otro gran obstáculo que ve García-Ribas es precisamente la elección de la orina como fuente de biomarcadores. El neurólogo comenta que la búsqueda de compuestos en líquidos que revelen la existencia del alzhéimer es relativamente antigua y que son tres las opciones: el líquido cefalorraquídeo, la sangre y la orina, la última opción por ser "el líquido más alejado del cerebro".

Las investigaciones están más avanzadas en el primero y, de hecho, existe un método ya validado para identificar compuestos en esta sustancia que sólo se ven en afectados por la enfermedad. El procedimiento se ha podido desarrollar a partir del avance de las técnicas analíticas químicas que permiten detectar concentraciones muy bajas de determinados componentes.

De todas formas, está lejos de estar disponible para poblaciones asintomáticas, lo que verdaderamente revolucionaría el diagnóstico precoz. "Al menos queda una década", subraya el neurólogo español.

García-Ribas cree que el nuevo estudio "abre la puerta a no descartar ningún líquido" como fuente de biomarcadores, por alejado que esté del cerebro, afirma, subrayando que la búsqueda de estos compuestos es "un campo de investigación muy activo".

¿Y para qué, si no hay curación?

Otra pregunta que surge ante este descubrimiento es el fin del mismo. ¿Por qué tanto empeño en buscar la detección precoz del alzhéimer si no existe tratamiento contra la enfermedad? A esta cuestión responde el principal investigador del estudio, Kimball. "Establecer biomarcadores permitirá avanzar en el conocimiento de las causas patogénicas de la enfermedad y permitirá llevar a cabo pruebas más precisas en el desarrollo de terapias que modifiquen la dolencia", señala a EL ESPAÑOL y añade: "Se trata de una enfermedad progresiva y muy relacionada con la edad, por lo que una intervención rápida tras una detección precoz es muy importante".

García-Ribas es más práctico: "Son necesarios, porque las personas con demencia en estadios precoces vienen a la consulta y preguntan si sufren alzhéimer". Además, hace un paralelismo con otras enfermedades. "Muchos tipos de cáncer no tienen cura y a nadie se le ocurre demorar el diagnóstico", concluye.