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Ciencia Publicaciones

Ciencia basura

El número de revistas científicas que expolian a sus autores aumenta espectacularmente, de 53.000 artículos en 2010 a 420.000 en 2014.

6 octubre, 2015 02:31

Así funciona el sistema de publicación: unos investigadores completan un estudio, lo escriben en un artículo, lo mandan a una revista científica, la revista lo acepta, lo pasa por al menos dos revisores -lo que se conoce como peer review- y, con suerte, unos meses después el artículo aparece publicado. Siendo el mejor sistema posible, no es infalible. Por ejemplo, en algunas disciplinas sucede que para cuando el artículo aparece impreso, su ciencia ya está desfasada.

El movimiento Open Access (acceso abierto) trata de emplear las virtudes de internet para que la ciencia del siglo XXI sea más eficiente, rápida y accesible. Hay ejemplos exitosos como PLOS ONE, revista de acceso abierto y revisión por pares fundada en 2006 que publica anualmente 30.000 trabajos científicos de calidad. Pero, en general, las revistas de acceso abierto también han abierto la puerta a un nuevo peligro de difícil erradicación: los falsificadores.

Un estudio de esta semana publicado en BMC Medicine por los investigadores finlandeses Cenyu Shen y Bo-Crister Björk ha puesto cifras a este fenómeno. En 2010 se publicaron 53.000 artículos en revistas de cuestionable prestigio; en 2014, 420.000 artículos.

Algunas de ellas, como Cancer Research Frontiers, British Journal of Medical Research o Science International, tratan de engañar al ojo inexperto y pasar por las prestigiosas Cancer Research, British Medical Journal o Science, pero la mayoría de estos cientos de revistas depredadoras simplemente aspiran a parecer una línea que no desentone en el currículum de un científico.

Revistas depredadoras

El término "revistas depredadoras" fue acuñado por Jeffrey Beall, un bibliotecario en la Universidad de Colorado que, tras recibir multitud de correos electrónicos invitándole a publicar en revistas científicas a cambio de dinero, se convirtió en el principal azote de las revistas que anteponen el beneficio económico al rigor científico. "Lo que importa en la ciencia no es que sea abierta sino que sea accesible", dice Beall a EL ESPAÑOL.

Este académico creó hace unos años la Lista Beall, que a día de hoy enumera a 416 revistas científicas depredadoras. Las hay de todo tipo. Por ejemplo, una revista canadiense llamada Experimental & Clinical Cardiology que fue publicada durante
17 años por un editor respetable. Hace dos años fue adquirida por oscuros inversores, que hicieron a la revista pasar de publicar 63 artículos en 2013 a más de 1.000 en 2014. Para publicar un artículo hoy en día, basta con enviarlo y pagar la cuota de 1.200 dólares.

Los investigadores finlandeses calculan que estas revistas cobran un precio medio de 178 dólares por artículo, que aparece en estas revistas entre dos y tres meses después de ser remitidos.

"El movimiento para hacer que toda la investigación sea abierta sólo ha dado lugar a enormes problemas relacionados con la calidad de la investigación", confirma Beall. "Hay cientos de revistas de libre acceso, editores depredadores que básicamente publicarán cualquier cosa como ciencia, independientemente de su calidad". "Es ciencia abierta, pero es ciencia basura; esta apertura de la ciencia está destruyendo la comunicación de la ciencia y, posiblemente, la propia ciencia", dice Beall.

La mayor parte de los autores que pagan para ver sus investigaciones publicadas son de Asia y África, en particular, indios (35%) y nigerianos (8%). Estudios anteriores ya habían señalado esta particularidad que se debe, por un lado, a la dificultad de estos científicos para publicar en revistas occidentales y, por otro, a la creciente presión desde las universidades y centros de investigación por conseguir publicaciones, como sea y donde sea.

"Muchas universidades e instituciones evalúan a los científicos contando el número de sus publicaciones", dice Beall. "Antes de la época del acceso libre, cuando la mayoría de las revistas eran de alta calidad, este método de evaluación era menos problemático y, en general, funcionó bien". Sin embargo, ahora, con el avance del movimiento Open Access y la aparición de miles de revistas falsas y de baja calidad, "la evaluación académica ya no puede depender de la cantidad como una forma de medir los logros de un investigador, los editores depredadores de acceso abierto han envenenado la evaluación académica".

Amenaza al acceso abierto

El creciente fenómeno de las revistas depredadoras amenaza la respetabilidad de la ciencia de acceso abierto, pero también otras iniciativas como la revisión por pares abierta, algo que se lleva demandando años desde muchos sectores para aumentar la eficiencia y transparencia del proceso de revisión de artículos científicos. Maria Kowalczuk es editora de la sección de Biología de la revista de acceso abierto Biomed Central y reconoce a EL ESPAÑOL que "la revisión abierta por pares ha demostrado ser muy exitosa desde que la lanzamos en 2000" y pone como ejemplo la medicina, donde las nuevas investigaciones pueden influenciar directamente las decisiones que toman los médicos, "por tanto, la transparencia y calidad del peer review es importantísima".

Un artículo recientemente publicado por Kowalczuk y su compañeros en BMJ Open, la versión accesible del British Medical Journal, establecía que la revisión por pares abierta, en comparación con la tradicional, ofrecía un 5% más de mejora de calidad en los contenidos. Pero aún con esa mejora la clave sigue siendo que en la revisión tradicional los revisores son siempre anónimos y en su versión en abierto, no. "Es un problema reconocido que los revisores suelen declinar más las invitaciones para hacer revisiones abiertas que las revisiones anónimas", dice la editora, "pero en nuestra experiencia, no es un problema tan severo como para debilitar el funcionamiento de las revistas con revisión abierta".

¿Hacia dónde irán encaminadas las revistas en el futuro? De momento, las más tradicionales empiezan a dar tímidos pasos hacia la apertura. Por ejemplo, en 2014, el grupo Nature presentó Nature Communications, su primera revista open access. Pero la incertidumbre que crean fenómenos como el de las "revistas depredadoras" o la magra ventaja del sistema de revisión abierta frente al tradicional parece augurar que las grandes casas editoras se reservarán de momento antes de atreverse a mancillar sus centenarias cabeceras.