La Trinchera

De toros y toreros: un lugar para el aficionado en la boca del león.

Talavante, durante la Feria de San Isidro.

Talavante, durante la Feria de San Isidro. EFE

Lo mejor de la temporada

Qué difícil es un invierno de vídeos. Es mejor que no. El vídeo congela y mata la emoción, desgrana la técnica y convierte al toreo en interpretación mecánica, en un escaparate, un gif con gracia. “Hay que hablar de toros, que ya no habláis de toros”, Juncal lo sabía. La afición se alimenta hablándola, compartiéndola, viviéndola y desconectándola hasta el próximo año. Off. Pero antes un repaso escrito, la manera de hablar de los que no se ven, de lo mejor de la temporada marcada por la muerte. Los toros matan, es el luminoso: Renato Motta, El Pana y Víctor Barrio.

Alejandro Talavante

El año ha sido para Alejandro Talavante. Naturalidad, capacidad y soberbia. Las piezas encajan. Se juega la vida muy bien, con sencillez, sin afectación, con tanta normalidad. La faena al toro jabonero de Cuvillo y los derechazos a pies juntos de San Isidro, el capote en el Puerto, el natural de rodillas en Valladolid y todo lo que hizo en Zaragoza quedan como flashes de su mejor temporada. Ojalá se mantenga ahí.

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla ha convertido su concepto en un estado de ánimo. Desganas que van y vienen. La sonrisa y el mechón caído son las antípodas del mohín y el ceño arrugado. Está dentro de lo mejor igual que estará en lo peor del año. En su último cartucho en Sevilla cuajó al Cuvillo colorao en una faena de la que se habla poco. El inicio con el cambiado de Bienvenida pegado a tablas, los derechazos con la mano que no torea dormida atrás. ¡El molinete cuando partió el palillo! Una revolución. La actuación en el homenaje a Víctor Barrio, desenfadada. Tres naturales en Valladolid con la espada de verdad y la fantasía de Zaragoza. Otro nivel.

Manzanares y Dalia

José María Manzanares llegaba a la Beneficencia como si hubiera que pasar el trago de Madrid en un escenario donde San Isidro se difuminara y a otra cosa. Lo que ocurrió allí fue totalmente distinto a lo esperado. Monumental su faena a ‘Dalia’, el gran toro de Victoriano del Río. Qué manera de torear al natural, tan depurado el trazo. Completísima, toreó muy bien a la verónica, las chicuelinas fueron extraordinarias, construyó una de las faenas que se recordaran durante muchos años, para privilegiados. En el ambiente quedó la duda: ¿era de rabo? En el mano a mano de Valladolid con José Tomás hubo momentos de mucha calidad también.

Enrique Ponce

Con 27 años a la espalda de alternativa, en 2016 Enrique Ponce ha superado a Lagartijo en toros lidiados. Es decir, se ha pasado ser figura del toreo en el concepto clásico del término. Enrique Ponce es una institución, parece, sin fecha de caducidad. En su corte de siempre, ha profundizado algo en lo artista. Así ha cuajado especialmente toros en Santander, bajo la cursilada de La misión, San Isidro, llenó la plaza el solo, y Zaragoza, donde descargó en un pinchazo los máximos trofeos después de una faena muy buena que lo explica. Queda como anécdota, enmarcada en ese palo que va más allá de la tauromaquia, desafiando el canon, lo del esmoquin en Istres. El traje de luces es irrenunciable.

La irrupción de Roca Rey

El peruano estalló en 2016. A lío por tarde. Desde Valencia a Málaga, pisando el acelerador a fondo. Puerta Grande en Madrid, sobreponiéndose al impacto de Talavante. Cinco orejas en Pamplona en dos días. El huracán peruano se detuvo en la Feria de Málaga. Una contusión craneal lo frenó en seco. Perdida Bilbao en el camino, su reaparición en Palencia lo mandó de nuevo al hule, cerrando la temporada. Ha reaparecido en América al mismo nivel que lo dejó. Un fenómeno.

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Castella en Nimes

Sebastián Castella lidió en solitario seis toros de Adolfo Martín en Nimes. En San Isidro había toreado muy despacio a un toro de la misma ganadería. Aquello pareció impulsarlo a realizar el gesto. No se convirtió en gesta por culpa de la espada, pero ahí quedan seis faenas diferentes comprendiendo a los seis toros. Frescura y disposición para salvar uno de los compromisos más difíciles. Una verónica en El Puerto de Santa María fue muy honda.

El final de Garrido

La temporada 2016 se diseñó con la renovación en mente. ¡Milagro! Las figuras abrieron los carteles y entraron López Simón y Roca Rey en las primeras ferias. José Garrido tuvo que esperar, rumiar, su momento. A partir de verano fue cogiendo ritmo y llegó Bilbao. En una tarde a la contra, con el marrón de tener que estoquear un toro más de los que le correspondían, estuvo enorme con la corrida de Torrestrella. Pura raza. Luego, en su segunda tarde en Vista Alegre, el sábado, abrió por fin la puerta grande que no se le concedió el primer día consolidándose como matador. En Valladolid se encontró con un toro de extraordinaria clase al que cuajó con el capote y la muleta y en Madrid, en la Feria de Otoño, hizo un esfuerzo con una complicada y dura corrida de Puerto de San Lorenzo.

Curro Díaz

Aquel día de Madrid abría el cartel Curro Díaz, que reapareció en los grandes escenarios abriendo en marzo la Puerta Grande de Las Ventas y ha hecho una temporada completa, debutando en Bilbao después de casi 20 años de alternativa, en sustitución de Escribano, herido. Tiene algo diferente: torería, de excedencia en la mayoría.

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Manuel Escribano y ‘Cobradiezmos’

‘Cobradiezmos’ salió al ruedo de La Maestranza enamorando. Qué hechuras. Qué perfección. Todo medido. Ningún centímetro de más, ningún kilo tampoco. Bajo, recogido y fibroso, la expresión noble y viva, la humillación hasta donde quisiera el torero, qué animal más bello. El toro de lidia reencarnado en el producto de Victorino Martín. Manuel Escribano cuajó una difícil faena y ‘Cobradiezmos’ salvó la vida en Sevilla en una tarde inolvidable.

David Mora y Malagueño

Uno de los momentazos del año fue ver vestido de luces a David Mora en Madrid, dos años después de la fatal cornada que le destrozó la pierna. Cruzó la plaza para brindar el toro de su reaparición al doctor Padrós. La emoción se desbordaba. Esperaba ‘Malagueño’, uno de los toros del año, de Alcurrucén. El volteretón que inauguró la faena aumentó, hasta casi colapsar Las Ventas, la agitación. David Mora se entendió con el núñez en una faena intensa. Un reencuentro con la vida. Los oles sonaron entregados desde el primer muletazo. Madrid cayó rendida a Mora en un día inolvidable. Dos orejas y vuelta al ruedo para ‘Malagueño’.

Ginés Marín y Javier Jiménez

Ginés Marín tenía un ambientazo como novillero, liderando el vagón de los nuevos. Se despidió sin más en Madrid del escalafón menor y tomó la alternativa en Nimes. Parecía que todo el mundo había olvidado cómo toreaba. En Santander sorprendió a los olvidadizos y mostró los dientes. El inicio de faena, de rodillas y saliendo de la cara andado en el desprecio, fue fenomenal. Luego encadenó algún contrato más y dio cuatro naturales enormes en Zaragoza.

El sevillano había estado a punto de hacerlo antes el día de la Paloma, en Madrid, en 2015. Reafirmó su renovado concepto en Sevilla y abrió en agosto la Puerta Grande de Las Ventas. Otro joven más a tener en cuenta.