Opinión

Solos y en dirección contraria

Puigdemont a su llegada a la asamblea del PDeCAT.

Puigdemont a su llegada a la asamblea del PDeCAT. Reuters

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La unanimidad que se registra en instituciones públicas y privadas y en personalidades relevantes de la España de nuestros días frente al proyecto secesionista de la Generalitat de Cataluña nos conduce a afirmar que el president Puigdemont y su gobierno se sitúan solos y de espaldas a la realidad.

Recuerdo, con Balmes, que la verdad en las cosas es la realidad, que realidad y verdad son entidades correlativas que se coposibilitan mutuamente. La verdad, la realidad, no es fruto de la imaginación, ni es creada por la opinión, ni por el número de votos o de manifestantes, ni por la profundidad o interesante de las ideas, ni por la brutalidad de los hechos consumados, ni por el poder de quien domina, sino que la verdad se impone por la luz y la claridad de la realidad que formula.

Los argumentos en que se basa el proyecto independentista de la Generalitat es pura fabulación. Según el Diccionario, fábula es “relación falsa, mentirosa, de pura invención, carente de fundamento, ficción artificiosa con que se encubre o disimula una verdad”. Desde el “España nos roba” -quien robaba era el molt Honorable, su familia y sus compinches- hasta la traición de los responsables de los Mossos de Escuadra encontramos un amplio surtido de falsedades, manipulación, embustes, falsedades, engaños y fraudes con el que ha mantenido a gran parte de la población catalana ajena a la realidad, inmersas en un mundo de sentimientos y sensaciones alejado de la realidad y huérfano de razón.

Quienes enmarcan el proceso independentista en la Constitución, el Estado de derecho y la democracia los encontramos en todos los ámbitos. En primer lugar, el Tribunal Constitucional. Prohibió en junio a la Generalitat denominar Asuntos Exteriores a su representación en el extranjero; en septiembre suspendió la ley de ruptura catalana y también dejó sin efecto el decreto del llamado Código Tributario de la Generalitat; después anuló la Ley del referéndum y situó al Parlament fuera del derecho, igual destino corrió la ley de transitoriedad hacia la República catalana. Estas y otras sentencias fueron todas aprobadas por unanimidad, como igualmente fueron rechazados los recursos planteados.

Estos varapalos del TC se los podría haber ahorrado la Generalitat si hubiese atendido los informen de los letrados del Parlament quienes dirigieron un escrito a la Mesa en el que alertaban que la tramitación de las leyes del referéndum y de ruptura chocaba con las advertencias del Tribunal Constitucional.

Felipe González, José María Aznar, Josep Borrell, la canciller Merkel, el presidente Macron ,la cúpula de las organizaciones empresariales, directivos de entidades bancarias, organizaciones de jueces y fiscales de todas las tendencias, y numerosos intelectuales de diversa ideología, defienden el orden constitucional y quienes añaden la necesidad de dialogar, matizan que siempre dentro de la ley.

Los secesionistas catalanes están sólos en su empeño de proclamar Cataluña República independiente. Su empeño es tan imposible, como meter los dos pies en un solo zapato. Puigdemont me recuerda a aquel automovilista que circulaba en dirección contraria por una autovía. Oyó un aviso en la radio alertando de que un coche se había despistado. Y dijo: “No es uno, son muchos los que van en dirección contraria”.