Opinión

Los hermanos catalanes

Un independentista se cubre el rostro con una estelada. / Susa Vera (Reuters)

Un independentista se cubre el rostro con una estelada. / Susa Vera (Reuters)

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Dicen Rivera y Arrimadas que la surrealista situación que se vive en Cataluña se arregla aplicando el artículo 155, para inmediatamente convocar elecciones. El problema de querer parar un golpe de Estado gestado durante 40 años, aplicando exclusivamente la democracia, es que se olvida que toda la estructura creada por los golpistas durante décadas y financiada por el Estado español, estaría intacta para acudir a esos comicios.

Aún concediendo que el bloque independentista no boicoteara las votaciones, al igual que el bloque no independentista prohibió las del 1 de octubre, todo el aparato de la Generalidad seguiría en manos de los sublevados para adulterar la cita electoral. La TV3 y las radios independentistas continuarían emitiendo sus Noticiarios y Documentales (el NO-DO catalán) al lado del cual los noticiarios de Franco parecerían información imparcial. Los profesores, en todos los colegios públicos catalanes, seguirían practicando el apartheid con los menores no nacionalistas, de manera que contarían a los niños pequeños que hay que matar al Rey malo y que los policías españoles son asesinos. Los mozos de escuadra seguirían dirigidos por politruk (comisarios políticos) que se asegurarían de que su actuación fuese leal al régimen separatista. Las decenas de embajadas catalanas, pagadas por el sufrido y hastiado contribuyente español, continuarían buscando por todo el mundo el reconocimiento internacional del "conflicto catalán". Los Rufianes y Tardás seguirían burlándose a diario de los españoles en el Parlamento, mientras cobran una buena nómina de sus impuestos.

Es por tanto una demostración de ingenuidad pensar que la democracia es un Bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, que allá donde se aplique volverá la cordura y el sentido común a la convivencia entre las gentes. Desgraciadamente en los últimos tiempos hemos tenido buenos ejemplos de ello. Cuando los países Occidentales quisieron exportar su modelo democrático al norte de África y a Oriente Medio (apoyando las primaveras árabes) provocaron la mayor ola de refugiados tras la segunda guerra mundial y conflictos, como el de Siria, cercanos a la tercera guerra mundial.

La democracia funciona cuando la sociedad está dispuesta a respetar que las minorías tienen derecho a vivir de acuerdo a sus convicciones, sin sufrir por ello intentos de adoctrinamiento o persecución. Pero la democracia fracasa cuando se aplica en sociedades en las que una parte quiere imponer sus dogmas a todo el conjunto, como es evidente que sucede en Cataluña. Sin ir más lejos, en Egipto hubo unas elecciones en la que ganaron los Hermanos Musulmanes, que muy democráticamente querían imponer la Sharia para ordenar la vida de las familias egipcias. Mucho me temo que en Cataluña, si se aplica el artículo 155 y se convocan inmediatamente elecciones, sin normalizar antes las instituciones, pueden ganar los Hermanos Catalanes.