Opinión

Escudos humanos para vergüenza de la república soñada

Puigdemont, con su discurso escrito antes de pronunciarlo en el Parlament de Cataluña.

Puigdemont, con su discurso escrito antes de pronunciarlo en el Parlament de Cataluña.

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Muchos españoles hemos asistido como espectadores, aunque no con demasiada expectación, a los acontecimientos que tienen lugar en Cataluña. Elegimos este papel en la función, al sentirnos en parte hastiados y a la vez embotados por el asco de asistir a los cínicos movimientos de nuestros políticos.

Desde cierta distancia no asusta menos ver cómo los nacionalistas e independentistas han dinamitado cualquier posibilidad de futuro para los ciudadanos de su más que posiblemente fallida república.

Todos permitimos que la polilla fuera devorando cualquier pequeño atisbo de sensatez que pudiera quedar en una tierra que desgraciadamente siempre ha confundido su historia por la incapacidad de verla en un conjunto. Es gracias a esa historia compartida por lo que han llegado a la situación en la que están y parece que es el empecinamiento por inventar nuevos caminos lo que les está devolviendo con crudeza de vuelta a la realidad.

Vemos ahora cómo la confianza de aquellos que manejan la economía se convierte en un espejismo al darse de bruces contra el suelo viendo peligrar tantos años de beneficios fiscales. Se ha revelado como una burbuja que puede rematar por completo la ya maltrecha economía de Cataluña.

Nos escandaliza un sistema educativo que le ha arrebatado el futuro a toda una generación. Un prestigio que a los nacionalistas no les importa perder porque lo único que han deseado siempre es ganar títeres para su propia causa. Una generación perdida que algún día lamentará que les hayan extirpado lo más valioso de cualquier individuo libre.

A nadie le ha importado lo más mínimo parar esta infame locura. Poco le importa al discurso político las consecuencias que pueda tener para sus ciudadanos.

Esos ciudadanos que saben cuál será el precio para ellos cuando dejen de serlo para pasar a ser súbditos de la república catalana. Súbditos del juguete de Puigdemont, Mas, Junqueras y compañía.