En Europa la última guerra de religiones, católicos contra protestantes, duró aproximadamente siglo y medio. Con la Paz de Westfalia se puso fin a los combates y se consolidó el concepto de Estado nación, allá por 1648. A pesar de haber transcurrido un periodo de relativa calma, en cuanto a guerras religiosas, el mundo occidental es amenazado por un nuevo estado que nadie reconoce, el Estado Islámico.
Más que un Estado, es la secta más destructiva que hasta el momento se haya conocido y como moderno Caballo de Troya se hayan instalados entre nosotros esperando el momento propicio para destruirnos. En esta ocasión ha sido Barcelona, con un resultado trágico y desestabilizador con su habitual técnica, el atentado suicida. Con muy pocos recursos consiguen instaurar el terror con la consiguiente frustración de no saber quiénes son y cuándo y dónde será el siguiente ataque, generando un estado de inseguridad y miedo a la población.
Desde el siglo IV y gracias al escritor romano Flavius Vegetius Renatus en su Epitoma rei militaris, tratado sobre los usos militares del ejército romano, sabemos que “así pues, el que desee la paz, que se prepare para la guerra. Quien quiera conseguir la victoria, que entrene a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito que luche con estrategia, y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate”.
Trasladando las palabras de Flavio Vegecio a estos momentos y circunstancias de nuestros dirigentes dependerá si desean la paz, si quieren conseguir la victoria y si aspiran al éxito. La contienda hace tiempo que comenzó y no podemos mirar para otro lado. Si vis pacem para bellum.