Cataluña

La contradicción del independentismo patriótico de la izquierda radical

Protesta de Arran contra el turismo en Palma de Mallorca.

Protesta de Arran contra el turismo en Palma de Mallorca. Agencia EFE

Esta semana han sido noticia las protestas y ataques contra el turismo por parte de jóvenes independentistas de extrema izquierda. Al mismo tiempo, los informativos de nuestro país se hacían eco de las bondades del turismo para un sector económico que supone casi el 12 % de nuestro PIB y que parece ir en aumento.

La segunda noticia no es nueva pues ya conocemos la dependencia de nuestra economía hacia los servicios y en particular el turismo. Dependencia que no superaremos hasta que algún gobierno proponga algún plan a medio o largo plazo que suponga una modernización de nuestro sistema productivo.

Lo que sí nos sorprende es que esta joven izquierda se compare al nacionalismo que siempre han defendido los grupos de la derecha más extrema. Cuanto menos es difícil de comprender cómo los jóvenes de la izquierda independentista catalana le hacen el trabajo sucio a la derecha nacionalista de toda la vida. Una derecha nacionalista envuelta en varios casos de corrupción y que parece haber desistido de cualquier intento de gestionar políticas en beneficio de sus propios ciudadanos.

Han decidido pasar del “España nos roba” al “Tourist go home”. En ambos casos con la intención de defender una patria que ha decidido cerrar a cal y canto la posibilidad de cualquier influencia exterior que inspire a los catalanes políticas más adecuadas a un mundo cada vez más global, diverso y multicultural.

Si de algo sirve la historia es para tener memoria y no repetir los errores del pasado. Este concepto tan manido de la historia se contradice cuando en Euskadi, siendo conscientes del daño que suponía para la promoción turística la violencia de la izquierda abertzale, parece que algunos de sus jóvenes herederos pretenden unirse a las reivindicaciones de los cachorros de la CUP.

Un breve vistazo hacia el pasado nos advierte que la única forma de afrontar el futuro es derribando muros, empezando por los de nuestras propias mentes.