Niños

Maestría en primaria

Un grupo de niños asiste a clase en un colegio.

Un grupo de niños asiste a clase en un colegio.

La docencia es una profesión vocacional; al menos así he tenido la suerte de conocer a varios maestros en diferentes etapas de mi vida. Si hay alguien cercano a la Guardia Civil, en cuanto a la precariedad de medios disponibles, estos son los educadores de la enseñanza pública. Hay, como en todas las cazuelas, garbanzos más oscuros y auténticas alubias pétreas, y los mejores ejemplos de buenos seres humanos jamás conocidos.

Los recuerdos más íntimos se forjan desde la más tierna infancia. El colegio, lugar donde comienza la socialización del individuo, es la cuna de la conjunción de las enseñanzas. Allí se reúnen diferentes criaturas procedentes de distintas familias, incluso países de procedencia, con sus propias creencias y culturas. Son recibidos por personas dedicadas a la aplicación de conocimientos académicos. Además también se ocupan de las relaciones interpersonales de los jóvenes cachorros.

Es obligatoria la formación universitaria en Magisterio. Se dan nociones de pedagogía, entre otras, para aprender a enseñar sin perder los nervios, entre otras cosas. Los diplomados en magisterio son profesores, encargados de llenar de conocimientos a nuestros hijos. Si bien la dedicación, trabajo y cariño hace diferenciar al término profesor del maestro.

Un familiar muy cercano decidió seguir los pasos de una amiga de la familia: maestra de Educación Primaria. Por ello, vi los esfuerzos día a día, semana a semana, curso a curso por llegar a ser diplomada en Magisterio. Fue tal la brillantez que, los mayores costes de la carrera universitaria, procedían de sus brillantes matrículas de honor. Eso significa estar muy orgulloso de una hermana.

Después vendrían las oposiciones y comenzar a trabajar. Reconozco su enorme dedicación durante 11 meses al año: recopilaba juegos, hacía cartas, modificaba viñetas para la comprensión más sencilla del idioma inglés a sus alumnos. Recuerdo durante el curso solía irse a la cama hacia las doce y media de la noche; años después ejerció de directora en algunos colegios y el horario empeoró: se acostaba a la una y media de la madrugada.

La actualidad hace dar gracias a Dios por haber conocido a otra maestra de Educación Primaria, Carmen. Ella hace un trabajo abnegado cada día con veintitantos lebreles. Son tan iguales y tan diferentes, al igual de muchos colegios de España, donde podríamos representar una importante parte de la Organización de Naciones Unidas, idiomas incluidos. Por ejemplo: rumano, chino, peruano, marroquí y español.

Ha adquirido conocimientos importantes de fútbol y baloncesto como deportes, luchando contra una de las peores reglas no escritas de los patios:

-¡Tú no juegas!

Carmen en cambio, con una filosofía de años y años de duro trabajo, acoplándose a los avances tecnológicos, suele contrarrestar:

-El balón es propiedad del colegio: o jugamos todos o no hay pelotita.

El aula es un continuo ir y venir de ideas. Los niños de 11 años son una fuente inagotable de imaginación, expresión y comienzan a despuntar la preadolescencia de aquellos llegados a la docena de años. Las niñas, como todas las mujeres, espabilan antes y más que los chiguitos. La maestra, autentica domadora de humanos, logra conjuntar unas y otros visiones del grupo. Carmen se distingue por unir a todos, a diferencia de otras estrategias donde dividen a los más espabilaos de aquellos que precisan una atención superior a la media: el grupo es el fin y el fundamento, al menos para ella.

Llegó la pizarra electrónica, Youtube, San Google y Gmail. ¿Quién se ha doctorado con brillantez en su uso? La seño Salazar. De hecho nos proporciona ideas para avanzar en la realización de tareas de los niños a su cargo. Ella no ratea cuando dan suelta a los lechones, sino que tiene a bien debatir de manera breve con algunos padres. Otras ocasiones aprovechamos uno o dos minutos para indicar un suceder puntual, sin la necesidad imperiosa de otros funcionarios de establecer una cita de comunicación. Ahí se ve quien se piensa “ser más Papa que el Papa” y quién tiene un alma Santa.

Los buenos profesionales se hacen notar en las dificultades; ahí es donde un humano da la talla. Son momentos duros, donde las buenas personas ayudan a otros, bien con su comprensión, esfuerzo o simplemente con una carantoña al educando.

Ha llegado julio: vacaciones de verano. Maestros, alumnos, padres y resto de la comunidad educativa hemos de poner una distancia. Todos necesitamos un descanso, a cada cual más conseguido. El esfuerzo del año llega la recompensa de poder disfrutar de nuestros hijos a tiempo completo… y sus docentes de su ausencia.

Espero se den unos días de asueto, ya que María Luisa y Carmen Salazar, como ejemplo de excelentes maestras y con horario de sueño similar, tendrán nuevas ideas dispuestas para el primer día de septiembre, a fin de comenzar el próximo curso escolar.

En tanto, feliz verano y descanso. Seguro nos echaremos de menos un poco, aunque sea un poquito.