Opinión

Almas sin fronteras

Un centro de refugiados en Berlín.

Un centro de refugiados en Berlín.

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Suena una música de fondo, es la música de tu vida, la que tu quieras, la más emotiva y especial, la que siempre has tenido en tu cerebro y sólo sale a la luz cuando más lo necesitas… Sin querer haces una valoración de tu propia vida, aquella que podrías haber vivido de manera distinta, o la vida que realmente has querido llevar, aquel hombre honrado, trabajador, cariñoso, perfecto, o puede que no sea lo que soñaste. Esa valoración que sin pensarlo aparece sola, las fotografías reveladas en carrete de 35mm de cada una de tus hazañas y vivencias, ese sonido tan triste pero que tanto reconforta, pone los pelos de punta, no se pueden sostener las lágrimas, caen solas.

Antes de que una luz destellante nuble tu visión para cuando al volver a abrir los ojos nadie sepa en este mundo que se ve, has vuelto a vivir y a recordar tu vida. No merece la pena ir con una vida que no es la que deseabas, con frustraciones y remordimiento de no haber sido valiente, de no hacer saber a los tuyos quien eras realmente, no merece la pena abrir los ojos observando otro mundo inundado de lágrimas por no haber aprovechado esa única e irrepetible oportunidad que es esta vida, por haber amado y no haberlo intentado, por haber soñado y no convertirlo en realidad.

No entiendo por qué algunas personas tenemos la suerte de tener y haber nacido con esta oportunidad, de tener al menos, un camino a elegir en la vida, la opción, y por qué en otra parte del mundo, hay una mujer igual que yo, con las mismas habilidades, con los mismos deseos, misma ética de trabajo, que seguramente haría de mi trabajo una profesión mucho mejor, la diferencia es que ella se encuentra en un campo de refugiados, y su opinión no cuenta, ella se preocupa por qué comerán sus hijos, cómo mantenerlos a salvo, y piensa si algún día se les permitirá volver a casa, a su hogar.

No sé por qué ésta es mi vida, y esa es la suya, No entiendo por qué ésta vida que vivimos es la nuestra, ésta donde nada es suficiente, donde tenemos la suerte y la bendición de poder elegir y no elegimos, tenemos todo y parece que nada nos sacia. Al menos debemos hacer lo mejor que podamos en esta vida para ser útiles, o eso creo, debemos ser conscientes que bajo esa suerte, misterio, bendición… de vida que tenemos, nunca sabremos por qué yo escribo desde mi móvil Samsung estas fáciles palabras sin ningún hecho grande para ayudar en este mundo, sentada, fumando un cigarro, y mientras esa misma mujer en otro punto del mundo se encuentra buscando consuelo en algo para dar a sus hijos de comer y así poder seguir viviendo otro día más, resignarse a vivir, resignarse a morir, esperar una solución que aún no ha llegado…

Valorar que la vida es un regalo, valorar las preocupaciones tan exageradamente ridículas que día a día inundan nuestras horas, valorar una libertad que es años luz lejana a tantos países que tenemos tan cerca, valorar que uno mismo puede ser útil consigo y con el mundo que está ahí fuera esperando ayuda, esperando ser escuchado, esperando que esos gritos a pleno pulmón al fin sean oídos por alguien que levante la vista.

Aquella música tan emotiva puede volverse tan dolorosamente triste que vayas a algún lugar en otro formato con tu alma a hacer de verdad algo que merezca la pena, ya sea con los cercanos, con tu familia, con tus amigos, con aquellos que están solos, con aquellos que necesitan agua para beber y un país donde vivir, lo que sea, pero hazlo, todos los días, convertimos en la mejor versión de uno mismo, aunque sólo sea durante unas horas al día, aunque eso signifique apartar diferencia, aunque eso sea hablar con el de al lado con el que por nuestra ignorancia, renegamos a ni si quiera intercambiar palabra ya sea por su religión por su raza por su idea política, por todas aquellas cosas que nos alejan todos los días unos de otros, no hace falta irse muy lejos, podemos verlo en nuestra misma ciudad, por eso preferimos tener siempre un smartphone en la mano, él hará que sólo veas lo que tus ojos quieren ver.

Ojalá consigamos ser conscientes de todo lo que tenemos ante nosotros de intentar estar tan agradecido por esta oportunidad para poder devolver una mínima parte, para hacer que esas vidas algún día sean felices también.

Médicos Sin Fronteras

CESAL ONG

Raising Malawi

Hay tantas como las que quieras encontrar…