Opinión

Hay vida más allá de la UE

Ilustración: Ana Yael

Ilustración: Ana Yael

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Llevo dos décadas escuchando hablar que el Neoliberalismo está acabado y no hay quien me explique cual es el recambio.

Aun entendiendo el fracaso y la ruptura social que el actual sistema capitalista causa entre quienes menos tienen, no logro hallar una respuesta que de una solución convincente a la desigualdad, la miseria y el desencanto que sufre el 70% de la población mundial.

Sustentamos la idea de que el desarrollo de los pueblos es la consecuencia de un sistema basado en la apuesta de empresarios y entidades financieras privadas invirtiendo capital a cambio de beneficios. Es cierto y legítimo, pero solo en parte. Son generadores de riqueza pero también de un empleo cada vez más precario que los hace aún más ricos gracias -entre otras cosas- a la connivencia con sindicatos y políticos que olvidaron la premisa de ser elegidos como servidores públicos. No creo necesario ahondar en el perjuicio que acarrea ese binomio letal en la sociedad.

Nos contaron que inyectar dinero en la economía genera inflación en lugar de riqueza y lo creímos porque lo afirmaba el FMI y los hombres de negro de la UE. Como si no hubiera existido en España margen para ello durante los ocho años de ruina sin correr el riesgo de generar tensiones inflacionistas. A cambio salvamos bancos ruinosos con dinero público y mantenemos en España un Estado faraónico imposible de asumir. Diecinueve Parlamentos en un país de escasos cuarenta y seis millones de habitantes. ¿Cabe mayor despilfarro de recursos?

Ahora en lo laboral se ha impuesto el régimen del miedo, y como sucede en este desigual sistema económico, siempre hay quien con ello obtiene réditos. Se ha generado en el obrero un constante temor a perder lo poco que se tiene. Gracias a ello se evitan conflictos y reivindicaciones laborales.

Hay que mantener al obrero en tensión permanente. ¿Recuerdan cuándo fue la última gran reivindicación laboral de los Sindicatos?

En ciclos de quince años la economía se regula automáticamente mediante crisis económicas cada vez más virtuales y dramáticas que generan a su vez ingentes cantidades de mano de obra barata y todo vuelve a empezar. En contraposición se produce un paulatino aumento de beneficios a empresarios e instituciones financieras escasamente reguladas. Los ricos son más ricos, las clases medias se empobrecen y los pobres pasan a engrosar la categoría de miserables.

La ansiada globalización con la que soñábamos en los ochenta ha generado grandes beneficios, pero solo a las grandes corporaciones. En el camino ha destruido empleo local haciendo cara nuestra subsistencia y más incierto el futuro. No quiero justificar a quienes como Marine Le Pen claman contra la globalización pero más allá de ideologías, su discurso es altamente creíble entre los que menos tienen y aun guardan en su memoria lo que han perdido en el camino. Es significativo, a Macron le han votado los jóvenes entre dieciocho y veinticinco años de edad. Los que aún creen en fantasías. A Marine Le Pen, el resto. Desencantados del socialismo, parados y nacionalistas que sueñan con la Grandeur Francaise.

Hoy es mas barato fabricar en coches en Rumania que en París, es más rentable sembrar tomates en Marruecos que en Almería o comprar acero en China en lugar del alemán o francés. Y así nos va. Cerrando acerías, despoblando el campo y creando bolsas de desempleo que jamás encontrará trabajo. El coste de la vida en España ha subido desde la llegada del Euro un 40%; prácticamente el mismo porcentaje que han bajado los salarios. Hemos visto en escasos ocho años diluirse en Estado del Bienestar mientras el bipartidismo continuaba de vacaciones, inmerso en la mierda de la corrupción y jugando al Póker en Bruselas. El drama de esta sociedad es haber llegado a creer el cuento de que no hay vida más allá de la UE y que el actual sistema político y económico resulta irremplazable.

La otra solución, es que el empleo y la riqueza la proporcione un Estado paternal que alimente al pueblo sin tener en cuenta el Déficit, la Inflación y el crecimiento personal. Ya vimos cual fue la consecuencia de implantar este idílico sistema económico en países como Rusia, China, Venezuela o Cuba aunque aún haya quienes lo defiendan y lo que es más lamentable, quienes les creen.

Hay una tercera vía, a la que entiendo vamos a pasos agigantados . Con la soberbia que da el poder a los imbéciles y la capacidad renovadora del la fusión del Átomo destruirá las actuales estructuras políticas y económicas y reducirá la población drásticamente. Lo que se dice: Demoler para iniciar. Esta solución pasa por un largo y oscuro periodo de aprendizaje en la charca primigenia. Esa ciénaga pestilente en donde se inició la vida. ¿Se atreven?