Opinión

Alejandro Castro Espín le pidió un rey a su papá

El coronel Alejandro Castro Espín vestido con el uniforme militar.

El coronel Alejandro Castro Espín vestido con el uniforme militar.

  1. Opinión
  2. Blog del suscriptor

Dicen que Felipe VI y Rajoy, invitados por el Kim Jong-un caribeño, no tardarán en visitar la isla de las doscientas cárceles. Unas vez más nuestros gobernantes asumen el papel de madrastras malas con los cubanos buenos a los que ya no sorprenderá su penúltima traición. Ni el jefe del Estado ni el presidente del Gobierno pueden saber para qué servirá su visita, pero irán, como fueron muchos otros, irán y se reunirán con el tercer heredero, Alejandro Castro Espín.

El único hijo varón de Raúl y no por casualidad coronel del Ministerio del Interior -ya no podrá volver a saludar a Obama y no parece probable que pueda recibir a Trump- le pidió a su padre que le traiga un rey y un presidente europeo. Mejor si hablan castellano, así podrá contarles los logros de la robolución . De lo que no les hablará es de las listas de sus víctimas. Un año atrás las recordé en EL ESPAÑOL:

“La de los que sin juicio justo asesinaron en La Cabaña, la de los que encarcelaron en más de doscientas cárceles, la de los que torturaron y torturan, la de los que murieron en el mar intentando huir de ellos, la de los que sufrieron actos de repudio, la de los homosexuales que encerraron en las siniestras Unidades Militares de Ayuda a la Producción, la de los que asesinaron en El Remolcador 13 de Marzo, la de los que vieron cómo la robolución les quitó todo lo que tenían para ponerlo al servicio de sus verdugos, la de los jóvenes que no encontraron otro modo de sobrevivir que no fuera ofrecerse a los miserables extranjeros que disfrutaron sirviéndose de su miseria, la de los niños que crecieron simulando que aplaudían a los que aborrecían, la de todos los exiliados que murieron sin regresar a Cuba, la de los que todavía no pudieron huir de ellos...”.

Por ellos no preguntarán ni el Rey ni el presidente ni los muchos empresarios que les acompañarán con intención de invertir en los escombros que rodean a las doscientas cárceles. No querrán incomodar al tercer heredero, coronel de los dos únicos poderes que existen en Cuba, el de los milicos y el de la policía. No pedirán una comisión de la verdad, y si les dejan reunirse con algún disidente, será por unos minutos y no podrán explicarles cómo murió la posición común que un día defendió España frente a la tiranía. Ahora toca hablar con Alejandro, el hombre fuerte que necesita un rey. Y probablemente lo tenga. Un rey y una reina asturiana, tan asturiana como los cientos de miles de asturianos a los que la tiranía comunista destrozó la vida.