Opinión

Paco Sanz y sus muñecos

Paco Sanz.

Paco Sanz.

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Hay un vertedero a lo lejos, se ve, montones de basuras y restos hacinados en un solo montón, cada vez más alto, llega a ser tan inmenso como una torre de la gran manzana, ha costado mucho esfuerzo y trabajo que llegue a ser tan alto y visible, con mucho sigilo, pero también con mucha astucia y sangre fría, son los 2000 tumores de Paco Sanz a lo que huele, un olor a putrefacto y retocado con unas gotas de Chanel, a simple olor huele a perfume pero pasando un minuto más a su lado llega esa ola de olor a inframundo.

Es su gran golpe, una enfermedad verdaderamente diagnosticada, el síndrome de Cowden, un trastorno caracterizado por hamartomas (una malformación de aspecto tumoral), son muchos lo que aparecen y tiene una gran probabilidad de que aparezcan tumores malignos…

Lo que no nos contó Paco Sanz es que se le diagnosticó es un estadio temprano, tratable y curable, muy lejano de lo que nos hizo creer, que padecía una enfermedad terminal. El que fuera novio de la chica de ahora 20 años, a la que ridiculiza hablando de su virginidad, se llevó en el bolsillo más de 250.000 euros en donaciones, una estafa a 8.000 corazones que pensaron que la solidaridad y la buena fe aún existían, un dinero de las personas que querían ayudar a dicho despojo humano, lleno de ambición estafadora y mentiras.

¿Cómo lo agradece él? Jugando con un tema tan importante y sensible como lo es la enfermedad, jugar con su propia vida, recemos porque nunca sepa que tiene una enfermedad terminal, cómo se deben sentir esas personas que verdaderamente lo padecen viendo el juego macabro del, esperemos, futuro hombre muerto en vida, por pasar una gran parte de su vida encerrado en una cárcel.

¿Más agradecimientos? Los hay, como son las burlas hacia esos bondadosos que un día decidieron compartir su economía con él, los vídeos que han salido a la luz de Paco Sanz riéndose de lo pardillos que han sido los que han donado, los que han contribuido a ayudar a curar una enfermedad terminal ficticia, mientras él se siente muy ingenioso e inteligente, la trampa perfecta de la que jamás se darían cuenta. Puede que sea familia de los padres de la pequeña Nadia Nerea, estafando hasta a los gatos que pasan por su camino usando a una niña como objetivo, para dar pena, para no negarse, porque increíblemente, aún en esta sociedad, aparecen personas con corazón que ante la mirada de un niño enfermo no se le niega ayuda.

El jaque mate de éstos sería vender que Nadia con tricodistrofia (enfermedad rara, donde afecta al desarrollo físico y mental del enfermo entre otras muchas) está atrapada con 11 años en un cuerpo de 80, cuando ni siquiera corre un alto peligro su vida y por supuesto, es falso. Saliendo tanto Sanz como el padre de Nerea en distintos medios de comunicación, en programas de televisión, en periódicos, loterías, todo para ayudarles, un padre coraje el de Nerea que viajó a Afganistán para encontrar a un médico intrépido en una lejana cueva escondida de la luz del sol, un viaje a la fantasía de la maldad que es inimaginable pensar que un padre de una pequeña con una enfermedad vaya a inventarse tal historia propia de un culebrón venezolano.

No son personas, son extraterrestres sin identificar con un maldad de la que aún no somos conscientes, sin dar valor a la vida, porque demuestran que sólo dan valor al dinero por encima de todo y de todos sin importar nada y esto afecta de alguna manera a las de más organizaciones y fundaciones que verdaderamente hacen lo posible y lo imposible por luchar contra el cáncer, por la investigación, por humanizar una enfermedad por dar medios a los que no los tienen.

No dejemos que los demonios personificados nos quiten las ganas de ayudar, eso sí, por parte de los medios de comunicación, deben difundir ayuda una vez se haya comprobado de manera rigurosa todo el caso, no podemos dejarnos engañar con el corazón con unas mirada siendo la historia tan increíble como que a Nadia la iba a ver el mejor genetista del mundo al que supuestamente dieron el premio Nobel y trabaja en la NASA, que por supuesto, es mentira, no existe, pero que llegó a recaudar 150.000 euros en cuatro días y en suma ciento de miles de euros estafados para ayudar a la supuesta enfermedad terminal de la pequeña.

Nadie sabe lo que le depara en el futuro y jugar con enfermedades de vida o muerte demuestra la condena que llevan encima, una condena repugnante llena de dolor que, jamás tengan que pasar los responsables. No hay más estafa que a la que se han condenado por los siglos de los siglos…