Opinión

A la guerra por Gibraltar

La bandera inglesa ondea frente al Peñón.

La bandera inglesa ondea frente al Peñón.

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No es esta la primera ocasión en la que los independentistas catalanes se sitúan junto al enemigo inglés. Esta semana los eurodiputados de ERC y del PdeCat, la antigua Convergencia, hacían lo propio en el Parlamento Europeo apoyando a Gibraltar contra los intereses de España, pero ya en 1704 un batallón compuesto por 350 catalanes que formaban parte de la armada inglesa y holandesa tomaron a cañonazos el Peñón de Gibraltar y desde entonces la Roca y los monos ladrones que la habitan son ingleses y a la playa de La Caleta se la conoce como Catalan Bay.

A los independentistas catalanes no le salió bien la deslealtad. Como se hace siempre con los traidores, los ingleses les dieron la espalda en el tratado de Utrech y el Rey Felipe V logró imponer su voluntad en aquellas tierras de la corona de Aragón. No existía por entonces el Art. 155 de nuestra actual Constitución pero el Borbón no olvidó la afrenta catalana y aun se le recuerda en aquella Comunidad con cierto “cariño”.

Los desencuentros entre España e Inglaterra vienen de lejos y no siempre el resultado fue favorable para los ingleses que aún viven del recuerdo del desastre de la Armada Invencible; término inglés para definir a la Grande y Felicísima armada con la que el Rey Felipe II atacó la isla en 1588 para destronar a Isabel I, impedir los ataques de piratas y corsarios a los puertos y galeones españoles e instaurar nuevamente el catolicismo en la "Pérfida Albión". Aquella cruzada terminó en fracaso y con diez mil bajas españolas, y más de nueve mil por parte de los ingleses debido a epidemias de Tifus y Disentería. La leyenda, y la historia que escriben siempre los vencedores habla de fervor patriótico tras la victoria inglesa, pero la realidad dista mucho de ello ya que inmediatamente se produjeron conflictos políticos y revueltas sociales debido al abandono de la tropa por parte de la reina Isabel. Morían por millares en las calles y debido a la ruina en la que se encontrabas las arcas del tesoro inglés se tardaron meses en las “pagas". Tras veinte años de guerras entre ambas naciones se firmó la paz con el tratado de Londres de 1604 que fue favorable a los intereses españoles aunque los ingleses omitan siempre el detalle.

Hoy, el Reino Unido necesita un enemigo con el que afrontar las consecuencias económicas del cobarde brexit al que han conducido con mentiras a sus ciudadanos. Hablan en Londres de guerra contra España para defender a la Colonia y los tabloides ya dan instrucciones a los lectores de cómo boicotear productos españoles. ¿Cómo si pudieran vivir sin Rioja, o sus jubilados más allá del ambulatorio de Jávea (Alicante). Comparan en su ignorancia la situación de Gibraltar a la vivida en Las Malvinas y reaparece en ellos ese espíritu de Hooligan belicoso que hoy los hace mas vulnerables que en 1982 cuando estuvieron a punto de perder la guerra frente a unos desamparados argentinos.

La realidad es que el abandono de la UE que solo ellos y su congénita soberbia propiciaron, pone en difícil situación al cada vez menos Unido Reino y especialmente a Gibraltar. La última colonia inglesa en Europa quedará automáticamente fuera de la UE, del tratado de Schengen, del Euro y de ese paraíso de fiscal propio de piratas y traficantes del que ha venido disfrutando dentro de la UE. La exención de impuestos hizo de la colonia el refugio de empresas virtuales de juego con más de quince casinos censados y mas sociedades Off-Shore que habitantes. Con una población de poco mas de 25,000 gibraltareños censados se enfrentarán a un aislamiento económico y aduanero que solo los mas viejos recordarán. -Con Franco la frontera estuvo cerrada trece años-. Una situación que impediría que una gran parte de su población, incluido a su ministro principal, Fabian Picardo, viva cómodamente en España en la cercana urbanización de lujo de Sotogrande, refugio de llanitos con posibilidades , que ayer, después del Té de las cinco, huían esa nube negra que a modo de boina cubría el Peñón.