Opinión

El proyecto de la izquierda para España

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

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Hace un año estuvo a punto de constituirse en España un gobierno llamado de progreso -¡qué dócil es el diccionario!- entre PSOE, Podemos y algunas fuerzas separatistas. Lo pidió públicamente Pablo Iglesias y lo reconoció en una entrevista en televisión Pedro Sánchez. La agudeza de Pérez Rubalcaba lo bautizó acertadamente como gobierno Frankenstein.

El peligro de una opción revolucionaria se vuelve a cernir sobre España. Pedro Sánchez sigue su obsesión anti PP y no hay que descartar su triunfo en la lucha por la secretaría general socialista, lo que equivaldría a un reedición del acuerdo abortado.
El escritor Rafael Gómez Pérez ha analizado muy acertadamente el futuro de la izquierda europea: “De los pensadores marxistas del siglo XX sólo hay uno que sigue influyendo en la política de hoy. Es Antonio Gramsci en el que se inspiró, aunque superficialmente, el ala más radical del PSOE y, con más asiduidad, los principales ideólogos de Podemos”.

Para Gómez Pérez, el programa de Gramsci, en esencia, es sencillo, dicho sin las complicaciones dialécticas que a veces usaba: para conquistar el poder político, el camino más eficaz es transformar la sociedad civil, lo que puso en marcha Rodríguez Zapatero. Se querrá cambiar la historia, con la ley de memoria histórica; agilizar el divorcio, con la ley del divorcio exprés; cambiar las mentes escolares con la asignatura de Educación para la Ciudadanía; debilitar la realidad secular del matrimonio, haciendo equivalente a él a las uniones homosexuales; suprimir símbolos religiosos, con la proyectada retirada de los crucifijos en las escuelas públicas; hacer más expeditos los abortos, asequibles a chicas de 16 y 17 años…

Una de las diferencias de Gramsci respecto a otros líderes y pensadores marxistas es su ausencia de odio. Por ejemplo, para Gramsci el cristianismo es una poderosa realidad histórica. Se trata de hacer ver a los cristianos que todo eso por lo que han luchado y en lo que han creído, no es más que una visión ilusoria de necesidades, intereses y aspiraciones reales.

Hoy Gramsci dedicaría su atención a la televisión, internet, los móviles, los videojuegos, las redes sociales. Cuando, por razones complejas, pero también por la lucha interna para captar trozos de poder y por los personalismos egocéntricos de algunos de sus líderes, el socialismo español se debilita, entra en acción Podemos. Su líder parece pensar que en tiempo récord transformarán la sociedad española, serán los únicos y verdaderos intérpretes de lo que piensa la gente y que el poder, por tanto, les caerá, si no llovido del cielo, sí de una nueva voluntad nacional popular.

La izquierda española tiene porvenir si se forma un único bloque histórico con la unión del socialismo y de Podemos, aunque sea tras una larga marcha de estos últimos en el interior del socialismo para convertirlo a la verdadera verdad izquierdista.