Opinión

Marketing y Comunicación

  1. Opinión

Hace unos 35 años escribía yo sobre el interés de los anuncios de detergentes en hacernos creer que no sólo limpiaban maravillosamente nuestra ropa, sino también nuestro alma, convirtiéndonos en el sueño de Dorian Grey por arte de cualquiera de esos polvos mágicos (aún no existían en gel). La Transición, que tanto bien ha traído a nuestras vidas, alargó los horarios televisivos y lógicamente el número e interés de todos los anuncios.

Tanto poder ha desarrollado la publicidad que ha llegado a la Universidad y varios grados en solitario o combinados aportan formación en Marketing y construyen individuos que se consideran líderes en conquistar nuestras mentes para lograr sus objetivos. Y, siguiendo al cuarto poder de la prensa, quizá debamos hablar de este quinto poder, por orden de aparición no por relevancia, compartiendo a veces escenario y otras siendo su colchón económico.

Después de estos años, con un par de crisis de por medio, distintos gobiernos, cayendo el muro de Berlín y echándonos canas, kilos o pellejos para disuadirnos de nuestro pacto con los detergentes, será mejor valorar la publicidad cuando menos con prudencia y, a muchos directores de Comunicación y Marketing , como los auténticos censores de nuestra actividad pública. Al fin y al cabo, son los que marcan las pautas de lo políticamente correcto al común de los mortales y de lo políticamente adecuado a los políticos.

Y para todo esto no sé si estamos preparados, no para asumirlo, claro, sino para pararles los pies, aunque solo sea por el interés de no seguir dándonos de bruces contra una realidad electoral que no se corresponde con unas encuestas maquilladas y edulcoradas para el bienestar de estos sujetos. Recientemente he tenido un desencuentro con alguien de este gremio y es curioso porque, desconociendo yo su actividad profesional, le dije que tenía cierta incapacidad de entender lo que la gente pedía de él o por lo menos escasa capacidad de comunicación, entonces me dijo que precisamente se ganaba la vida con la Comunicación y se la ganaba muy bien. La verdad es que no me sorprendió, aunque fuera como un cura dando consejos matrimoniales, pero era razonable, entraba en la línea de estos individuos que se consideran con la potestad de dominar la realidad con sus consignas sin atender a lo que cada individuo realmente pueda desear. No buscan vender mejor lo que necesitamos, sino que deciden lo que debemos necesitar.

Sólo decir a nuestros políticos que cada uno apueste por el cielo que más le guste pero, por favor, que controlen bien a sus marketinianos o no entenderán por qué sus votantes no ven su belleza, sino su alma vendida por unos minutos, horas o años de gloria putrefacta.