EXPOSICIONES DE ARTE

Lluïsa Vidal, feminismo pictórico en dominios masculinos

Obras de Lluïsa Vidal.

Obras de Lluïsa Vidal.

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Re-visionar al cabo de un tiempo una exposición, se da con muy poca frecuencia, a menos que sea itinerante y se coincida en la ciudad o población donde se expone.

Pero en esta ocasión, y con dos años de diferencia, gracias al MNAC y la persistencia de Consol Oltra, conocedora en profundidad de la obra de Lluïsa Vidal, quien suscribe estas líneas ha tenido ocasión de visitar, en un espacio expositivo mucho más amplio, la muestra: Lluïsa Vidal, pintora del Modernismo.

Dentro de una Barcelona, y una Catalunya en ebullición por la Revolución Industrial, y la pujanza económica gracias al textil, la viticultura y la especulación bursátil, la pintora invita al espectador del siglo XXI a entrar en un entorno idílico y señorial, de buenas maneras, de mantenimiento de formas y del saber estar, tanto en retratos, como en escenas familiares y de tareas cotidianas, sin obviar algunas escenas costumbristas, a las que supo dar un tratamiento luminoso y vital, bajo el prisma de la crónica en imágenes, sin obviar realidad, pero a su vez expresando sentimiento.

Lluïsa Vidal (1876-1918), fue el miembro del grupo más joven de los artistas modernistas catalanes y una de las pocas mujeres presentes en las colecciones del museo. En las salas del MNAC puede apreciarse una obra de visión poética e intimista del entorno, caracterizándose su pintura por la abundancia de recursos de la insinuación. Las formas se difuminan y diluyen en sutiles veladuras, en sobrias y tenues tonalidades, ajustadas con gran densidad de matices.

Otra de las cuestiones que se observan en la obra de Vidal, es su visión femenina en el retrato masculino, especialmente en el dedicado al escultor Manuel Fuxà: sobrio y austero, mirada serena, posición de dominio – si bien no se apoya en una columna, su postura y señorío dan a entender que el sencillo taburete sostiene en realidad todo el conocimiento del arte escultórico, a través de un caballero del Renacimiento.

Con respecto al retrato femenino, en este destaca el ideal del mismo: esbeltas damas, ataviadas con elegantes o sencillos vestidos, llenas de encanto y primor, como si quisiera reflejar un deseo de especial belleza, con la que Vidal no coincidía físicamente, pero sí en esencia espiritual y artística.

Interesante resulta su visión de la maternidad. En esta muestra además, puede observarse con todo detenimiento dos contrastes de la misma: la realizada en Sitges en 1897 y Marcelet enfermo realizada en 1904. En la primera, puede apreciarse una imagen cotidiana, llena de curiosidad – la mujer y la niña, ambas vestidas de negro y con bebes, siendo la segunda una muñeca – en una estancia pobre, austera, con dominio de formas rectangulares y perspectiva.

En la segunda, un primer plano con dominio del blanco de los vestidos - se sobre entiende que se trata de una mujer de clase acomodada – preocupada por la salud de su hijo, en contraste con la primera que lo amamanta. Dos piezas que son claro ejemplo del dominio técnico y de la sensibilidad de Lluïsa Vidal.

La obra de Vidal, debe ser contemplada tanto desde el punto de vista artístico como social, para poder entender una obra delicada en el tratamiento cromático y en el juego lumínico, concienzuda en el planteamiento compositivo y de visión embelesada.

Con respecto a dibujo, se aprecia una Vidal de gran sensibilidad, elegancia, exquisitez, buen dominio técnico gracias a una base académica muy pronunciada, la cual puede apreciarse en tres desnudos – los únicos que hay en la muestra – a los que como estudio económico, concedió austeridad de formas, sin idealizaciones ni exuberancias.

Como ilustradora, Lluïsa Vidal colaboró activamente con la revista Feminal, que en su momento “llegó a impulsar una modernización de la vida de las mujeres, fomentando su promoción cultural (…) reivindicando una educación de calidad como derecho fundamental para la mujer… Es decir, una publicación atrevida, que en la actualidad sería considerada bajo tintes conservadores, muy influenciada por el movimiento sufragista y que preconizaba que la mujer ocupara también puestos en el entorno institucional del país.

En algunos de las ilustraciones que presenta la muestra, puede observarse una obra de cariz realista, descriptiva del artículo, con gran fluidez y al mismo tiempo firmeza en el trazo, minuciosa y elaborada, y por supuesto, llena de encanto y arrobo.

En conjunto, una muestra absolutamente deliciosa, donde el espectador puede realizar un singular e idílico viaje en el tiempo, para poder ver, comprender y admirar la obra de una mujer dinámica, de fuerte personalidad, llena de firmeza, que supo asumir con responsabilidad los avatares que la vida le presentaba, reflejando en su obra un entorno plagado de lirismo, no exenta de realismo y a su vez evocación por la belleza.