REFLEXIONES

A la Señora Justicia con todos mis respetos

Ilustración.

Ilustración.

  1. Opinión

El ámbito de actuación de las personas que prestan servicio a su origen, cada vez, tienen menos razón de ser. Al menos gran parte de esta sociedad cuestionamos muchas de las decisiones tomadas. El modelo de Justicia romano es interpretable. Por ello, preservando los derechos de los enjuiciados, siempre hay un licenciado en Derecho que defiende y otro que acusa. La tercera persona de este conjunto es el Juez, que administra su nombre: Justicia.

Las comparaciones suelen ser odiosas. Sin embargo, aun viviendo en una sociedad que cambia frecuentemente de valores, hemos de considerar varios casos, a cada cuál más variopinto.

Verá usted, señora Justicia. El continente europeo hace años se constituyó en una Unión de muchos estados. Al principio fue económica; luego política y, a estas alturas, de seguridad. La confianza entre los ciudadanos de los estados, supera la necesidad de presentar documentación para cruzar la línea fronteriza entre ellos. Esto se ratificó en el Acuerdo de Schengen. Los delincuentes, que habitan entre nosotros, se aprovechan de ese “derecho” y de otros muchos. Ellos quedan muy al margen de las obligaciones.

Por ejemplo: un tipo, presuntamente humano, se dedica a matar gente en un país. Sin necesidad de presentar documentación puede cruzar media Europa, incluso entera, durante días y días. Es más, pondría más de un nombre de ciudadanos españoles en búsqueda y captura internacional, que campean por el continente libremente. Del mismo modo, hace pocas semanas, un asesino llegó a Italia desde Alemania.

Esta semana hemos visto una incomprensible decisión de un juez. El fiscal, ante un presunto delito de blanqueamiento de capitales, que ha ido sucediendo sin pausa, sin prisa y de forma continuada, solicitó prisión preventiva sin posibilidad de fianza de un joven español. ¡Oiga, el Juez se opuso y únicamente hubo de entregar el pasaporte! Como lo lee. Su Señoría prohibió a este muchacho salir de España y ordenó su presentación cada 15 días en el juzgado. Este joven ¿salió de España para realizar esas operaciones de blanqueo? Por cierto, ¿se sabe la procedencia del “pastizal” movido de un lado a otro del mundo?

Éste es uno de los problemas que chirrían a las gentes de bien de España, pero no el único. Periódicamente se producen otros hechos más truculentos. Verá usted, Señora Justicia, deje que yo le cuente. Los últimos 60 años en España hemos tenido una banda terrorista. Sus componentes se dedicaban a asesinar, secuestrar, extorsionar, amenazar y expulsar de una bonita región a alguno de los habitantes de nuestro país. Éstos, al igual que ellos, tienen el derecho adquirido por nacionalidad de residir en cualquier punto del territorio.

Estas gentes asesinas -procuraré ser educado al definir- comenzaron a salir de prisión sin cumplir íntegramente sus condenas, cooperar en la resolución de más de 300 asesinatos pendientes, sufragar la responsabilidad ocasionada y, naturalmente, sin mostrar evidentes signos de arrepentimiento o desvinculación de sus conmilitones terroristas.

Sus amigotes realizan actos de bienvenida a esos individuos con gran algarabía, bailes, lanzamiento de cohetes incluso. Algo inaudito, querida Señora Justicia, en otros lares de este mundo. ¿Se imagina a un violador, traficante, pederasta o asesino de otra especie recibiera idénticos actos de ensalzamiento?

Se sorprendería a qué punto puede llegar la iniquidad en nuestro hermoso país llamado España. El conjunto de esas “gentes” -cada vez es más difícil buscar una definición adecuada- esgrimen el derecho de manifestación por nuestras calles. Jalean a sus presos, ora de palabra, ora en pancartas, solicitando medidas de gracia para ellos. Esas medidas que, pese a quien pese, resultaron de gran acierto para luchar contra el terrorismo. Ellos, estos “humanos”, amantes del ejercicio del “derecho”, cuando otrora ejercían actos para enajenar el de otros; el más principal de los Derechos Humanos es la vida; el segundo sería la libertad. Si atropellas el primero, ¿cree usted, Señora Justicia, estaríamos en disposición de permitir el segundo sin cumplir completamente condenas?

Su figura se representa por una hermosa mujer, viste con elegantes túnicas, heredera de las diosas griega Temis y romana Iustitia. Porta una balanza para sopesar los pros y contras de las acciones a juzgar; los artistas, desde el siglo XV aproximadamente, pusieron una venda en sus ojos, símbolo para la toma de decisiones imparciales, alejadas de influencias de riquezas, política, fama o infamias; se dotó también con una espada, en representación de la ejecución de las medidas.

Es una apreciación personal, con todos mis respetos, Señora Justicia, pero las personas dedicadas a impartir su nombre están utilizando mal la balanza, sin uso la espada y la venda... ni está, ni se espera su vestimenta.

Disculpe estas palabras de un humilde español, quien echa mucho de menos a todos sus atributos, Señora justicia.