FIN DE AÑO

Epílogo del 2016

Efe

Efe

  1. Opinión

Lo más importante que, a mi pobre entender, nos deja el agónico 2016 es, por similitud, lo que se conoce como aula invertida.

Las cuestiones sociales se plantean para su examen y estudio en todos los ámbitos (dicen que eso es democracia): en el personal, en el familiar, en el gremial, en el sindical, en el asociativo, en el religioso, en el político...

Todos opinan, como en las tertulias y todos tienen razón porque los conceptos se generalizan y cada uno baila al compás de la ola que más aparenta. Cada uno, en su recinto de poder, dice, con suma vanidad, ser el promotor de las primarias.

Y ¿qué son las primarias? Un sistema que iguala por la base la estulticia de un País.
2016 ha cambiado el sistema. Las bases, en su mayoría compradas a precio de ganga, señalan quien es el listo de la clase y piden a gritos, bastantes remunerados, que se eleve a los altares al padrino.

La Universidad, el Campus, se ha transformado y con la sagacidad interesada de los menos lustrosos, derogan el conocimiento para impartir pragmatismo politiquero de diez mil euros al mes. La inversión les ha salido bien y a final del 2016 el que suda es el Rector y el que abanica es el “interino”.

La inversión sindical ha tenido su propia enjundia. El sindicalismo se ha convertido en un sistema de asesoramiento de todo sin tener conocimientos de casi nada y, lo más grave, sin reconocer sus responsabilidades ante tanto desmadre y abuso laboral. El trabajo es malo si ellos lo dicen y es bueno cuando, además de serlo, está bien comisionado. En este campo la inversión también está muy bien pagada.

Las otras esferas como la Política, la Religiosa y la Asociativa son, como siempre, las que mejor se han adaptado a los cambios porque los cambios se los hacen a su medida.
En resumen invertir los conceptos para que parezcan “avanzados” es lo más que se ha hecho en este defenestrado 2016. Los “camerinos” del poder han aprendido a estar preparados para guardar y disponer de todo tipo de ropa teatral.

Esperemos que El Nuevo teatro 2017 retire tanta y tanta tramoya y aprenda a cantar a capela, sin acompañamiento musical engañoso.