Por Gerardo Gonzalo Pérez
Resulta doblemente pertinente hablar de Clint Eastwood, ya que al estreno de su última película Sully, hay que sumar la alegría que se ha llevado con la victoria de Trump en las elecciones USA.
Esto me suscita dos reflexiones previas. Por un lado, ver como en EE.UU. no supone ningún problema, seas personaje público o no, manifestarte políticamente. Por el otro, la ausencia de consecuencias y de prejuicios del espectador ante las opiniones de un artista, para valorar su obra.
La cuestión que veo es que, a diferencia de muchos compatriotas nuestros, extiendo mi ausencia de prejuicios también a artistas nacionales. Por el mismo motivo que veo con agrado películas de Eastwood, no tengo reparo en ver las de Willy Toledo.
Lamentablemente, muchos no están en esta opción y ejercen en España un antichovinismo extremo, donde toleramos cualquier opinión venida de fuera sin consecuencia alguna, pero al mismo tiempo, muchos son capaces de vetar a toda una filmografía (el cine español), por el cariz progresista del gremio. Mientras al pro Trump, Clint Eastwood, le pasamos por alto sus opiniones, a Willy Toledo es complicado verle en una película por el odio que suscitan la suyas, opuestas a las de Eastwood, pero igualmente rechazables ambas, desde mi modesto punto de vista.
Dicho lo cual: ¿Qué tal Sully?, pues a pesar de algunas críticas discretas, creo que está francamente bien. Es un film que desde la templanza y la contención, con una narración, sosegada, veraz, y exhaustiva de los hechos, consigue emocionar. Es una especie de reverso del cine de J. Bayona, cuya finalidad también es la emoción, pero la busca por caminos opuestos a los de Eastwood que huye de los artificios.
Sully narra la historia real de un piloto que en 2009, tras una avería al poco de despegar, consiguió amerizar con éxito en el río Hudson sin que le ocurriese nada a ninguno de los pasajeros que llevaba avión.
Realmente el film se centra en los hechos concretos, en la investigación posterior, y como eje vertebrador de ambas cuestiones, en la figura central del piloto. Aquí abrimos un capítulo aparte a Tom Hanks, la viva imagen de la integridad, que encarna ese tipo de héroe, y al mismo tiempo hombre común, muy propio de los personaje interpretados en su época por James Stewart , en su vertiente más capriana, y que ha encontrado en Hanks su mejor heredero. En esta película es la interpretación de su protagonista quien dota de credibilidad y emoción a una historia a contracorriente de las modas cinematográfica actuales.
Eastwood ha hecho mucho cine, y como es normal tiene películas mejores y peores, creo que en esta ocasión estamos ante una de las buenas, no la dejen pasar, es ya el último de los cineastas de una generación, y cada historia que plasma, si es con acierto como Sully debe ser celebrada, y sobre todo vista.