Opinión

Tú propiedad privada es suya

Un mitin de Podemos.

Un mitin de Podemos.

  1. Opinión

Por Félix Jacinto Alonso Holguín, @AlonsoHolguinFJ

El derecho a la propiedad privada es uno de los fundamentos de las sociedades humanas. La convivencia pacífica tiene su adalid en preservar esa libertad de tenencia, uso y disfrute de cuestiones materiales. Ropa, vivienda, coche, moto, bicicleta, patines, ordenador, teléfono móvil, piruletas y otros enseres son un claro ejemplo de algunos objetos particulares en el año 2016.

Los grupos humanos se dotan de normas para reglamentar las relaciones entre sus individuos. La norma fundamental en España es la Constitución de 1978, según dicen vigente en la actualidad. Sobre esto tengo mis reservas, ya que no se cumplen todos los artículos; es más, algunos grupos de individuos tienen a gala, cuan recolectores de rábanos, escoger el articulado que sí es de su agrado y cual no, siempre de acuerdo a sus propios intereses.

Por azares de la vida, incluida cierta curiosidad que suele caracterizar mi propia naturaleza, visité algunos lugares denominados C.S.O.A., que es el acrónimo de: Centro Social Okupado (ocupado, pero es más chachi, revolucionaria y progresista la letra 'k') Autogestionado. Me pareció una ideica divertida e instructiva: allí se daban clases e instruía en el manejo de sistemas operativos de ordenadores. Gentes libres, inconformistas con el sistema y, la gran mayoría de ellos, universitarios.

Desde Patio Maravillas y El Seco en Madrid, o un par de lugares en Barcelona, aprovechando unas vacaciones, todos eran muy similares. El dueño de los inmuebles siempre estaba ausente. Los chicos tenían los servicios básicos conectados y en perfecto funcionamiento: luz y agua. Los baños estaban decorados con algunas instrucciones en las paredes. En la puerta había dos cubos de agua de diferente tamaño: cubo grande, pis grande; cubito pequeño, pis pequeño.

El sistema eléctrico era pobre pero bien aprovechado. Cuidaban de muchos detalles, ya que la principal función de todo era que hubiera algo de luz. Desconozco cómo había conexión a internet en aquellos tiempos allí, ya que no tenían un usuario que dispusiera el pago de la cuota mensual, como en todo. La velocidad era estratosférica, sin caídas o cortes de red.

El Patio Maravillas tenía una habitación dedicada a bar-cafetería-tetería gestionada por la propia organización. Ellos se ocupaban de todo: reposición, venta, gestión... Eso significa "autogestionado". Los beneficios se reinvertían dentro del propio local, según ellos comentaban, aunque el mobiliario estaba lejos de ser nuevo, como todo el edificio.

Las reuniones en todos las habitaciones de los lugares que visité -aún no había llegado la ley antipitillitos- siempre tenían una azulada humareda en el ambiente. Allí, además de consumir poco tabaco, los cigarrillos estaban perfumados por determinados aditivos naturales. Un ejemplo: ¿has estado en un lugar junto a alguien que esté fumando un cigarrillo, Faria o habano puro? Ese olor llegar a ser parte de ti, se aloja en tu estómago y puede comenzar un soberano mareo. Ahora imagina intentar aprender el funcionamiento e instalación de programas informáticos rodeados de delicias aromatizadas.

El conjunto de chavales allí reunidos disponían de aparatos de última generación. Mientras escuchaba la interesante conferencia sobre dispositivos bluetooth, un muchacho sacó su teléfono móvil. Desplazó la pantalla delantera, apareciendo un teclado completo: era el Nokia 9110i. Empezó a teclear como si fuera un verdadero nano-portátil.

-Es tuyo -pregunté-.

-Claro... ¿a que mola?

Saqué mi teléfono del bolsillo, comparé a simple vista con el suyo y determiné:

-Un poco sí -muerto de envidia, aunque no sabía qué virguerías podía hacer con ese chisme-.

El muchacho se guardó el dispositivo en el bolsillo y procedió a manufacturar un cigarrillo de la risa. Tras un par de bocanadas, se reía bastante. Abrió una lata de cerveza y seguimos viendo la conferencia tan ricamente. Otro joven se sentó al otro lado, allí las sillas no eran numeradas, ni tenían propietario conocido. Me levanté para sentarme más atrás, y así dejar el pasar el humo hacia la ventana. El segundo joven comenzó a charlar con el anterior sobre el móvil. En un descuido, mientras se agachaba a recoger una cerveza de una nevera, el segundo cogió el teléfono móvil y corrió hacia la puerta. La reacción inmediata hizo retener al autor, recuperar el móvil y expulsar del lugar al muchacho.

Por azar de la vida, el joven del teléfono y los otros tenían plena conciencia de la diferencia entre la propiedad privada -que era suya- y el derecho de uso de la propiedad ajena -que no era suya-. Ahora están en el Ayuntamiento de Madrid, Barcelona y otros municipios distribuyendo subvenciones a libre albedrío y, algunos, sin perder la fea e ilegal costumbre de ir okupando edificios ajenos, para uso privado propio.

El derecho a la propiedad privada está vigente, siempre y cuando sea del propio individuo... en caso contrario, a repartir:

-Lo mío es mío, lo de los demás a medias.