Opinión

El pedagogo de pedagogía pedante

  1. Opinión

Por Manuel Asur

¿Dónde está el maestro que corrige sin herir?, ¿dónde el educador que guía o educa sin imponerse?, ¿cómo es posible su existencia?

Cuando los maltratados escolares contemplaban la serenidad de los floridos senderos demasiado lejanos y de imposible tránsito, cuando el impasible maestro nos culpaba de aquella intransitable y salvaje lejanía, entonces, los impúberes, los inmaturos, los impertinentes libertinos, los niños, llegábamos a creerlo, a interiorizarlo, a ser lo que ahora somos.

Si antes del deber, no hay estímulo. Si antes de toda explicación priman los intereses del maestro, como en una madraza prima el Corán y no el previsto por las artes libres. Si los caminos del saber pasan de largo, sin preguntar por las esperanzas del discípulo, mejor cerrar los centros de enseñanza porque en ellos sólo impera la manipulación.

¿Quién ha dicho que un niño no es capaz de crear su propia mente, construir su propia realidad? El bebé que no sabe andar, no sólo gatea, observa. Y sus padres no lo ayudan a ponerse de pie como si fuera un inútil o un pequeño imbécil. ¿En qué cabeza cabe? Pues cabe en la cabeza del maestro, del maestro pedante. El no entiende que sobrevivir es encontrar significados profundos. No se percata de que la experiencia vital en nada ha de parecerse a un programa escolar. No es capaz de concebir que todo ha de hallar expresión en las variedades del pensamiento y que este ha de manifestarse mediante formas, libres de sumisión, depuradas por el magisterio de los siglos: los símbolos. Los símbolos, esos recipientes de la memoria a través de los cuales los padres de la patria y arrogantes políticos suelen inculcarnos no amor, sino sus fobias y sus odios, sus valores con ánimo de lucro y un tiempo presente limitado por cualquier pasado turbulento que propicie la venganza. Tal fue el empeño de José Luis Rodríguez Zapatero y quienes lo secundaron. Pero la memoria histórica, no es la Historia.

Son los símbolos sistemas a través de los cuales configuramos nuestras imágenes individuales. Imágenes, intuiciones, conceptos, ideas, que poco a poco se van transformando en formas públicas para compartir con otros. Y compartir nunca será un acto libre si nos obligan a ver la primavera con otros ojos distintos a los nuestros, como lo son esos esos ojos lejanos, distraídos, enloquecidos y otoñales con que ve y nos ve el pedagogo pedante. Ojos que nunca se fijan en si mismo.

Bien nos auxilian las palabras de K. Khalil Gibran: “Vuestros niños no son vuestros niños. Son los hijos e hijas del propio anhelo de vida. Vienen a través de vosotros, pero no provienen de vosotros. Y aunque estén con vosotros, no os pertenecen. Podes darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Podéis alojar sus cuerpos, mas no sus almas, pues sus almas moran en la casa del mañana, que vosotros no podéis visitar ni en sueños. Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentar hacerlos como vosotros, puesto que la vida no mira ni espera al ayer. Sois los arcos de los que vuestros niños parten como flechas vivientes. Abandonaos en manos del arquero. Será para bien". Y no entregaros nunca, combatid al pedagogo pedante, al astuto trilero del bien y del mal que maneja la mezcla. Aprended a discernir por vuestra cuenta la buena gente de la "que camina y va apestando la tierra".

Aprended a discernir. ¿Pero cómo?, ¿cómo abordar semejante exhortación si parece un mero idealismo, un infantil romanticismo de poetas? Tocqueville lo planteaba en términos religiosos. Dudaba de que el hombre pudiera soportar al mismo tiempo la libertad y una independencia religiosa. Si no tiene qué creer, debe obedecer. Y si es libre, debe tener fe. Erich Fromm hablaba del miedo a la libertad. En estos asuntos, existe mucha confusión, suele confundirse religión con sociología de la religión. De todas maneras, se necesita pensar en una teoría que delimite la frontera de las restricciones pedagógicas o de otro tipo. Porque con frecuencia menos es más y no sabemos cuándo ni cuánto. Ignoramos la dosis: "menos" puede significar a la vez más ignorancia y menos opciones para elegir.

Vivimos plenos de pasiones, deseos y sensaciones contrapuestas. De la asimetría que entre ellas exista y su compleja incidencia en el comportamiento del niño y del ser humano en general, no se habla en los centros escolares. Son asuntos, se dice, de especialistas. Tal vez, pero yo no me lo creo.