Opinión

La Autónoma de Felipe González

Un momento del boicot a Felipe González y Cebrián en la Autónoma.

Un momento del boicot a Felipe González y Cebrián en la Autónoma. EFE

  1. Opinión

Por Jorge Castillo Abella

Como orgulloso alumno de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), lo sucedido el pasado día 19 de octubre a las puertas del Aula Magna Francisco Tomás y Valiente de mi facultad me ofende. Es insoportable que el sitio donde se enseña a pensar, donde se aplica y enseña a aplicar la razón, salga más en las noticias por ser donde se ha boicoteado algún acto que por ser, precisamente, universidad.

Fundamentalmente, ha consistido en el boicot de un acto académico en el que iban a participar Juan Luis Cebrián y Felipe González como parte de un curso en que había estudiantes matriculados. Finalmente, el acto no tuvo lugar y se suspendió.

Que nadie piense que puede que se tratara de una protesta pacífica y ordenada. Yo cuando me pongo pacífico no me pongo caretas para ocultarme la cara y empujo o berreo e impido el paso. Y además permito que los actos tengan lugar. Ha sido algo claramente hostil, y si no ha sido violento no ha sido por falta de ganas de los que lo han provocado.

Este tipo de sucesos no es nuevo, como ya sabemos. En la UAM suceden más bien poco, pero evidentemente suceden. Quizá la Universidad más famosa a este respecto sea la Universidad Complutense de Madrid (dudoso honor). No sé si lo que les ha pasado a Cebrián y González se ha inspirado en las declaraciones de Pablo Iglesias o no, la verdad. Tampoco me interesa mucho, parece más un nuevo tira y afloja político que algo que verdaderamente explique lo sucedido. Si todo el mundo tuviera dos dedos de frente se queda en su casa antes de ir a esto, por mucho que le diga nadie nada.

No se sabe muy bien el motivo de por qué se ha impedido la realización del acto. Sí sabemos que algunos de los gritos de la turba se referían a los GAL y al acercamiento de presos de ETA, y pedían, entre otras cosas: "Fuera, fascistas, de la Universidad". Todo un alarde de coherencia.

En primer lugar, convendría recordar a la turba que se muestra comprensiva con una organización terrorista que en esa misma Facultad, en 1996, asesinó con varios disparos en su despacho a Francisco Tomás y Valiente, cuyo nombre lleva el Aula Magna de la Facultad.

Por otro lado, en cinco años de carrera y uno y medio de posgrado, nunca he visto en mi Facultad ninguna muestra del fascismo que este tipo de masas tanto ansían extirpar de nuestras (no sus) universidades. Y les aseguro que he pasado mucho más tiempo allí que la media. Perdón: sí he visto estas muestras de fascismo, pero no en la vida universitaria diaria sino en otras fechas más señaladas, como el pasado día 19 o las huelgas estudiantiles que los estudiantes de verdad sufrimos con cierta frecuencia (más cuando gobierna el PP, ya saben. Estas huelgas darían para otra entrada en el Blog del Suscriptor).

Por cierto, en mis años universitarios tampoco he visto ninguna de las caras de los valientes que hoy no llevaban la cara tapada. O no van mucho a clase, o no son alumnos. Iglesias vino a la misma sala en la que hablaban Cebrián y González y entró y salió en loor de la multitud, y en aquella ocasión también había muchas caras nuevas (destapadas, eso sí).

Es especialmente molesto comprobar cómo nuestras universidades son conocidas por asociarse con la subversión más que como centros del conocimiento y la enseñanza, sobre todo porque esa opinión pública no se corresponde en absoluto con la realidad. Y, por descontado, son lugares donde no sólo se respeta la autonomía universitaria, sino también las libertades de expresión, cátedra, información, ideológica y, cómo no, el derecho a la educación misma. Todos los cuales están, además, afortunadamente reconocidos en nuestra Constitución. A esta gente que revienta actos le vendría mejor algo más de universidad, parece.

Pero no todo está perdido. Lo primero es que la gran mayoría de la turba no estudia en la UAM, según parece (no digamos ya en Derecho). Lo cual puede ser indicativo de lo poco representativos de la casa que son estos sucesos.

Y, además, la actuación de la Decana, de los profesores y de los alumnos damnificados ha sido óptima, dadas las circunstancias. No es fácil enfrentarse a una turba hostil que lleva la cara tapada, va encapuchada y está gritando. Y es aún más difícil conservar la calma y tomar las decisiones que, en retrospectiva, son las que optan por el mal menor. Eso sí, ahora toca aplicar la potestad disciplinaria en la medida de lo posible y tomar nota para futuras referencias.

Esto no me hace sino sentirme más orgulloso de ser de la UAM, no sólo por lo que representa sino también por lo que supone para la preservación de nuestros valores universitarios. Por eso esta entrada se titula La Autónoma de Felipe González. De Felipe, de Cebrián, de Iglesias y de todos. De todo el que quiera venir y tenga algo que decir, y especialmente de todo el que tenga algo que enseñar. Que para eso hay gente que va a la universidad a aprender, y a aprender a pensar.