'Un monstruo viene a verme'

Fotograma de Un monstruo viene a verme, el nuevo trabajo de Bayona.

Fotograma de Un monstruo viene a verme, el nuevo trabajo de Bayona.

Por Gerardo Gonzalo Pérez

Estaba yo en la zona de acceso de la salas donde iba a ver la película, en ese punto donde una empleada de los cines te corta la entrada, cuando tras saludarme e indicarme hacia que dirección debía dirigirme, ésta me miró a los ojos y me dijo "Usted va a llorar". Yo le respondí si estaba del todo segura, a lo que me contestó con otra pregunta "¿Lleva usted Kleenex?",le dije que no, y me dio un paquete de pañuelos, advirtiéndome que muchos espectadores se resisten a llorar por miedo a exponer sus emociones en público, pero que lo mejor era no resistirse cuando acecharan las lágrimas.

La verdad es que uno ya va advertido, y con cierta prevención, y no dudando de la sinceridad de esta empleada, lo mismo se decía de Lo imposible, y aún reconociéndome de lágrima fácil, el anterior film de Bayona, no sólo no provocó en mi llanto alguno, sino que en cierta manera me molestó el punto de vista bajo el que encaró la historia, y me chirrió el énfasis artificial melodramático de alguno de sus momentos.

En el caso de Un monstruo viene a verme, nada me ofende, Bayona rueda como el mismísimo Spielberg, y con la factura de una superproducción hollywoodiense, a pesar de ser un film español y rodarse en Barcelona. El enfoque que le da a la historia no me parece malo, y buena parte de la artificiosidad de su anterior cinta está corregida. La cuestión es que sigo sin conectar emocionalmente con la propuesta de un cineasta, que elige historias emocionantes, con las que hace películas que a mí no me emocionan.

Es esa fina separación que existe entre el talento y la genialidad, a Bayona le sobra del primero, pero le falta del segundo. Y es que su amado Spielberg, a ese talento natural para filmar que tiene, le suma la capacidad de tocar esa tecla en el alma del espectador, que hace que aunque uno haya visto E.T. más de veinte veces, se siga emocionando cada vez que el bicho se despide de Elliot, y Bayona eso no lo consigue, tiene su técnica pero le falta su sensibilidad.

En cualquier caso, estamos ante una buena y sólida película, rodada con una factura impecable, interpretada espléndidamente por todo su reparto, que sin embargo, como ya he dicho, no consigue hacer germinar en mi esa cosa llamada emoción que sólo los más grandes consiguen provocar. Ojalá Bayona lo haga en algún momento, mi diagnóstico es que evoluciona favorablemente, y mi prescripción es que repase la filmografía de clásicos como John M.Stahl o Douglas Sirk. Yo por mi parte sigo esperándole. Como nota le pongo siete sobre diez.