De un problema a otro

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante una reunión a principios de año.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante una reunión a principios de año.

Por Ramón De Villota Coullaut

Con la última crisis del PSOE hemos visto que lo que puede acabar mal, acaba peor. Si la disyuntiva socialista después de las primeras elecciones era mala -seguía en el segundo puesto, pero perdiendo posiciones, principalmente en las grandes ciudades- después de las segundas elecciones la situación se mantuvo e incluso empeoró por el avance del PP y el mantenimiento de Podemos como alternativa de izquierdas.

Pero a partir de ahí es imposible entender de forma racional lo ocurrido, puesto que la opción de unirse a Podemos y a los partidos nacionalistas podía romper al PSOE, pero es que era una unión imposible desde el plano de la gobernabilidad. Es decir, con un PP fuerte en el Congreso y teniendo una mayoría absoluta en el Senado las posibilidades de contentar a los partidos nacionalistas se convertían en una quimera, con lo que todo acuerdo al que se llegara sobre cuestiones referentes a los Estatutos de Autonomía o al derecho de autodeterminación se convertiría en ilusorias. Por eso no puede entenderse ni a Pedro Sánchez en su intento de llegar a un acuerdo de imposible cumplimiento -nadie puede dar lo que no tiene- ni su posterior cese en un fin de semana para recordar como la mejor forma de romper un partido desde dentro.

Esta situación hace que el PSOE, un partido que ha tenido una gran influencia en nuestro desarrollo político en democracia, esté discutiendo con Podemos a la izquierda y con Ciudadanos por su ala derecha o posibilista. Por tanto, debe buscar un punto de diferenciación entre la izquierda más radical, a la que no le importa aliarse con el nacionalismo en pos del derecho a decidir, y una izquierda más racional en lo económico y más clara en su definición de España.

Porque si en el plano económico las ideas liberales han ganado a las socialistas, y ello implica que el PSOE deba centrarse en aras del posibilismo, en el plano nacional es donde su posición debe ser clara frente a Podemos y a los nacionalistas, sobre el derecho a decidir. No tiene sentido alguno defender el derecho unilateral a decidir –como lo hace Podemos- y después manifestar que en un hipotético referéndum votarían en contra y a favor de la unidad de España.