Tiempo de catarsis

Pedro Sánchez en un acto en San Sebastián/ Juan Herrero/ EFE

Pedro Sánchez en un acto en San Sebastián/ Juan Herrero/ EFE

Por Pedro Peral

En los últimos años, y más acentuadamente en los últimos meses, los partidos políticos de izquierda, el PSOE y más virulentamente Podemos, han venido practicando una política de acoso y derribo contra el PP, cuya expresión más concreta se recogía en una negativa y casi única aspiración común: hacer caer a Mariano Rajoy. Curiosamente, esta petición era protagonizada por un partido, el PSOE, y un líder, Pedro Sánchez, que habían cosechado sucesivamente, en diciembre del año pasado y junio último, los peores resultados electorales de la historia del partido: 90 y 85 diputados, respectivamente. Podemos y sus marcas radicalizaban las críticas al gobierno desde una postura antisistema. 

Desde el respeto a la legítima discrepancia y al papel de la oposición, hay que denunciar las “técnicas de envilecimiento” basadas en la creencia de que lo inteligente y “progre” es ver sólo negativo, lo penoso, lo destructor, la falsificación deliberada de lo real y la impunidad verbal; el que la mentira circule y pase sin corrección ni apenas conciencia de su existencia…. Las mentiras se van acumulando, se depositan unas sobre otras y perturban la realidad de manera que resulta casi insuperable.

Los numerosos casos de corrupción que afectan a PP y PSOE, que en los últimos días han llegado a una situación límite, exigen una catarsis, una depuración que los sanee para iniciar una profunda regeneración democrática que restituya su credibilidad ante los ciudadanos.

Mientras el PP ofrece una imagen de unidad e ideario definido, con algunas voces discrepantes sobre aspectos no esenciales, pero le falta aplicar con prontitud y contundencia las medidas legales dictadas para prevenir la corrupción, los socialistas no terminan de definir el futuro del partido y siguen sin poner un líder solvente al frente del mismo. Pedro Sánchez sueña con un acuerdo con Podemos y partidos independentistas, su única salvación, pero ese acuerdo, aunque se quede fuera el conflictivo derecho de autodeterminación para Cataluña, está amenazado por la negativa de muchos barones que en número creciente ven como mal menor, abstenerse y dejar gobernar al PP.

Con los resultados de las elecciones del 26-J, PSOE y PP, aun en horas bajas, suman el 55% de los votos y 222 diputados. Con el eventual apoyo de Ciudadanos alcanzarían 254 escaños del Congreso. Mayorías holgadas para acometer las reformas básicas como sistema electoral, independencia de la justicia y de los órganos de control del Estado, así como una posible reforma de la Constitución, entre otras.

Se ha apuntado que esta operación vendría de la mano de un gobierno de concentración o de un pacto de legislatura con una agenda concreta de reformas y un calendario para su ejecución. En ambos casos, Rajoy, con la lista más votada, sería el presidente del gobierno, opción que no cuenta, por ahora, con el “si” de Pedro Sánchez y su equipo. Aquí encontramos el nudo gordiano. ¿Hay algún “Alejandro” que corte de este nudo? Quizá se atreva alguien el próximo domingo si se cumplen los sondeos de las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco.