A ver quién es el guapo

El líder del PSOE, Pedro Sánchez/Chema Moya/EFE

El líder del PSOE, Pedro Sánchez/Chema Moya/EFE

Por Ángel Zurita Hinojal

A ver quién es el guapo que dice no a la investidura de Rajoy si la solicita con el respaldo de los 170 votos resultantes de la suma de los diputados del PP, Ciudadanos y Coalición Canaria. Esa fue la pregunta formulada a primeros de agosto por Guillermo Fernández Vara, barón del PSOE de Extremadura, que se me antojó no sé si empujón o aviso al Secretario General de su partido. 

Pero Pedro Sánchez es muy Pedro y, sordo a los cantos de los gallos, va de cabeza a por la tercera negación.

En su propio partido y en los medios de comunicación le han razonado y advertido sobre las consecuencias, pero también es cierto que las contrarresta con las cabezadas de su entorno y los parabienes de otros medios. Además tiene claro que un gobierno del PP llevará aparejada su propia defenestración. La consecuencia es lógica: Sálveme yo y que se hunda España. Sin pararse a pensar ni un minuto que si España pierde él no podrá salvarse. Por varias y poderosas razones: empezando por la lógica y terminando en un Podemos que hará que desaparezca el PSOE tal como se le ha conocido, tanto en las malas como en las buenas ocasiones.

Qué acertado estuvo Eurípides al afirmar que cuando los dioses quieren destruir a un hombre primero lo enloquecen. Claro que también Oscar Wilde dejó dicho que cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias. Según esto primero es la ambición y de ella nacería la locura.

En el caso de Pedro Sánchez, por no estar claro, no sabría si se produce relación derivada o paralela. Ambicioso es como aquel que nunca se vio en otra igual, pero de donde procede y hasta donde llega su locura es cuestión que precisa de mayor debate y peritaje.

Lo cierto es que en la actual coyuntura de España, lo que más abunda son los orates ambiciosos. Cualquiera que pretenda estar libre de una y de otra característica encontrarían de razón la formación de un gobierno de coalición, de salvación, de amplio espectro, o como quiera llamársele, con las condiciones y salvaguardas que se acuerden a la manera que tan bien nos salió hace cuarenta años.

Pero no, la prioridad de Pedro Sánchez -y del PSOE, que no hace lo necesario y lo posible por impedirlo- y de la izquierda radical, con la expectación complaciente de los independentismos, es destruir al PP, mandarlo a las tinieblas exteriores de la democracia que ellos están poniendo en peligro.

Así, Míster No (y otros tampoco) no dará una respuesta coherente sobre cómo cohonestar sus tres prioridades declaradas: evitar las terceras elecciones, asumir el papel de oposición deparado por las segundas y evitar la formación de un gobierno del PP.

Pero sí tiene agallas para proponer la reforma de la Ley Electoral para acortar el tiempo de campaña y evitar que la tercera elección no querida coincida con el Día de Navidad.
Dicen que los villancicos han pasado de moda. Pues ese día yo me voy a hartar de cantarlos.