Regenerar no es lo mismo que olvidar y recolocar

Arnaldo Otegi (2i), junto a Maddalen Iriarte (i), durante el acto oficial/ Juan Herrero/ EFE

Arnaldo Otegi (2i), junto a Maddalen Iriarte (i), durante el acto oficial/ Juan Herrero/ EFE

Por Ángel Alonso Pachón 

Miles y miles y millones de españoles, todavía hoy, tienen que secarse las lágrimas por el recuerdo de aquellos que, sin sentido, nos dejaron por culpa de un tiro en la nuca, una bomba lapa, un explosivo masivo y un odio generacional amamantado por intereses, falsamente llamados “del pueblo”.

Miles de tumbas, siempre con flores, recordatorios de la injusticia, hoy, señor Otegi, no pueden contestarle… Si tan listo es, explique a todos los huérfanos y viudas si unos años de reclusión bastan para devolver la sonrisa a millones de rostros interrogantes.

No me sorprende que usted y sus compañeros intelectuales se presenten, haya donde vayan, como redentores del pueblo vasco utilizando las armas que una democracia de todos les ha puesto en las manos para vivir de eslóganes, de señalamientos, de separatismos que anulan la convivencia y, sobre todo, para vivir con el dinero de todos, simplemente, porque saben manipular el concepto democracia, de la que huyen como gato escaldado.

Ahora, señor Otegi, quiere ser cabeza visible de un grupo de personas a las que jamás se les ha oído reconocer, reparar y condenarlas actuaciones causantes de miles de muertes y de refugiados en su propio país.

No seré yo quien impugne su presentación. Sí el que exija que la Justicia actúe profesionalmente y con firmeza, con la misma celeridad con la que se utilizaban las armas que usted nunca condenó.

Para terminar, señor Otegi y acompañantes: ¿han pensado alguna vez cómo serían hoy aquellos niños que jugando con inocencia encontraron la muerte calculada por ustedes?

¡Que la sociedad sea capaz de perdonar no significa que abandone su derecho a exigir regeneración y reparación.