La decadencia de la creatividad a través de la Universidad de Bellas Artes

Fundación  Vila Casas - Expo PATRIM-2015 - Amaya  Fernández Gorostiza-Uterus Versalius(serigrafía sobre tela)  (2015)/ Marta Teixidó

Fundación Vila Casas - Expo PATRIM-2015 - Amaya Fernández Gorostiza-Uterus Versalius(serigrafía sobre tela) (2015)/ Marta Teixidó

Por Marta Teixidó

El mundo del arte actual, tal como muchos que estamos en la cincuentena lo conocemos, está totalmente en decadencia. Las jóvenes generaciones, demasiado informatizadas, y en las que el intro de los ordenadores y el dedo en los móviles les proporcionan información, diversión y pérdida de tiempo (especialmente en las redes sociales) padecen un desarrollo intelectual mucho menor, debido también a planes educativos nefastos que no forman ni la inteligencia ni el espíritu crítico. Todo ello provoca que sus creaciones artísticas estén demasiado influenciadas por elementos publicitarios, o descaradamente inspirados en las vanguardias del siglo XX, sin desarrollar en absoluto carácter, ingenio y personalidad.

Lo antes citado puede observarse de año en año en el Patrim (Patrimoni de la Factultad de Belles Arts Universitat de Barcelona). En la misma, y gracias convenio anual nacido durante la década de los años 80 entre Fundació Vila Casas y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, estudiantes recién graduados (es decir, sin haber realizado un máster) disponen de los conocimientos adquiridos durante su formación de 5 años y ofrecen, a través de unas relativas creaciones, un conjunto de trabajos donde con la excusa del arte, en realidad presenta pobres perspectivas de su imaginación. Todo ello en base a trabajos pasados de moda, conceptualmente muy cuestionables, como resultado de una enseñanza paupérrima, a un alumnado cuya formación en humanidades es más que dudosa.

PATRIM-2015 como en ediciones anteriores, pretende enriquecer “el patrimonio artístico de la Facultad”, con este tipo de obras, que lamentablemente demuestran con claridad diáfana las diferencia abismal entre la enseñanza pública –que pagamos entre todos, lo cual debería merecer mucho más respeto al ciudadano por parte del rectorado de la universidad– con la privada, que pueden permitirse unos pocos, lo que desgraciadamente fragmenta el talento creativo e incide en el elitismo como lema.

Una plataforma que teóricamente permite a los autores y artífices seleccionados tener contacto con el exterior, posibilitando su acceso a círculos artísticos, pero en realidad es una simple excusa para cubrir un expediente expositivo. O decir que se proporciona una oportunidad que nunca más van a volver a tener.

En la presente edición, Clio Gadea, Amaia Fernández de Gorostiza, Charlotte Jansen, Tom Menéndez, Jun Holguera, Alan Piris y Bernat Soler ofrecen unos trabajos sin atractivo, demasiado vistos en otros contextos, inspirados en obras como las de Hiroshi Sugimoto, Juan Genovés (quien a su vez se imbuyó en algunas de Lucio Fontana, pero supo imprimir su personalidad en unos trabajos donde las multitudes quedan perfectamente delimitadas en planos geométricos vehementemente definidos) o en la publicidad, sea en medios de comunicación, o en escaparates, aunque su motivo sea una crítica al hecho que todavía la mujer sea un objeto sexual.

Patrim-2015 demuestra una clara falta de originalidad y de creatividad, sin que en ningún momento obedezcan a uno de los cánones básicos del arte: la búsqueda de lo bello o lo sublime, de lo excelso, del impacto. La conclusión que se extrae de esta muestra sólo puede ser una: de los artistas del siglo XXI sólo cabe esperar desilusión y apatía. Es el reflejo de una sociedad también decadente, cuyo objetivo es el hedonismo, aunque la realidad sea la esclavitud.