La fascinación por el mundo submarino

obras de André Laban, realizadas en óleo sobre lienzo y en distintos formatos/ Marta Teixidó

obras de André Laban, realizadas en óleo sobre lienzo y en distintos formatos/ Marta Teixidó

Por Marta Teixidó

(Reseña de la exposición Pintura Subaquàtica-150 anys d'història, del Museu Marítim de Barcelona)

Para el ser humano que posea sensibilidad extrema y exquisitez en los sentidos, una simple palabra monosilábica como mar le lleva a surcar los infinitos vericuetos de la imaginación para encontrarse en la cuna de las civilizaciones, y rendir pleitesía a la suprema majestad de Poseidón, dios del mar, de las tormentas y de los terremotos, sin olvidar los dominios de Océano, hijo de Urano y Gea como enorme río que circundaba el mundo.

Pintura subaquàtica – 150 anys d’història (Pintura subacuática -150 años de historia), la muestra que durante este verano puede visitarse en el Museu Marítim de Barcelona, permite contemplar los trabajos del francés André Laban, el catalán Alfonso Cruz, el austriaco Eugen von Ransonnet-Villez y del hindú Zarh Pritchard, todos ellos expertos buceadores, ofreciéndonos un conjunto expositivo de diferentes épocas y conceptos.

André Labán (1928), es conocido principalmente por ser ingeniero de la tripulación del mítico Calypso, comandado por Jacques Yves Cousteau. En sus creaciones se percibe la belleza y serenidad del fondo marino, bellamente iluminado por la luz solar. Laban ofrece una obra de azules poéticos y sombras sugerentes de recovecos marinos, entre cuevas y pequeños descendimientos. Unos trabajos que fascinan en su contemplación, atrayendo poderosamente la atención y resultando primorosamente decorativos.

Alfonso Cruz (1958), buceador de la armada española con experiencia en trabajos de instrucción y rescates, presenta una obra con domino de los tonos oscuros, en contraste con la flora marina. El artista refleja un entorno marino prodigo en formas y colores múltiples y diversos. Juegos cromáticos, luces sombrías y brillantes, intensas y tenues, producto del reflejo de un elemento que a diferencia de Laban, no resulta bello y embriagador, sino todo lo contrario: los naufragios, reflejados solamente a través de barcos o botes hundidos. Lienzos cargados de misticismo y de redención. Solitarias presencias espectrales que el mar, poderoso e implacable reduce a tinieblas naves de pesca, barcas de recreo o buques de carga.

Si bien su fijación por los naufragios destaca en su obra, también presenta paisajes marinos llenos de esplendor, de alegría y vivacidad, a través de una pincelada suelta y a la vez vehemente, y una gama cromática elaborada, tal como puede apreciarse por el caballete y paletas que acompañan sus obras.

Eugen von Ransonnet-Villez (1838 – 1926), fue diplomático, pintor, litógrafo, biólogo y explorador. En su obra pueden contemplarse imágenes del mundo submarino bajo una campana de buceo con la flora y la fauna de los escollos de Dalmacia, Ceilán, o los arrecifes de coral del océano Índico.

Sus trabajos cromolitográficos presentan la pureza de un entorno marino luminoso, brillante, plagado de vitalidad. No hay profundidades ni oscuridades. Hay armonía, equilibrio, placidez y alegría, que pudo captar y plasmar gracias a su unipersonal campana de buceo con los pesos de anclaje móviles basados en la invención de Franz Kessler, la cual puede verse en la exposición. Una obra que recuerda a los antiguos álbumes de cromos que aparecían en apetitosas tabletas de chocolate, y que nuestros padres y abuelos coleccionaban con fruición.

Zarh Pritchard (1866 – 1956) fue un artista británico-estadounidense, de origen hindú, conocido precisamente por pintar paisajes submarinos, usando un traje de buceo y materiales resistentes al agua.

En sus obras se observa una gran carga de romanticismo, con claras referencias modernistas. Su época pictórica abraza precisamente el Art Nouveau, en sus pinturas se reflejan estilizadas y vaporosas algas y abismos bellamente iluminados por una peculiar “luz divina”. Una obra entre un canto a la naturaleza y la alabanza a Dios. Pritchard fue el creador de un caballete a profundidades de hasta cincuenta pies, y el uso de lápices de colores de petróleo y lienzos especialmente tratados para trabajar en ese ambiente. Una obra de gran lirismo, sosegada, de composición equilibrada y pincelada ágil.

En una exposición de estas características, que presenta 60 piezas que siguen las técnicas de pintura subacuática, de las cuales 44 son originales, se hace forzosamente necesario destacar la particular técnica utilizada, la se menciona en la nota de prensa:

El soportes que se utilizan son papel impermeabilizado con aceite de linaza, cuero hervido previamente en un caldero de aceite y tensado posteriormente sobre bastidor, o tela tratada con una grasa especial momentos antes de la inmersión, o con una imprimación de pintura con clorocaucho. El tipo de pintura que se utiliza es preferiblemente pintura al óleo, que se aplica con pincel o espátulas, y ceras grasas. Son pinturas que deben ser respetuosas con el medio líquido, y no se disolverán.

Una muestra en la que el siempre enigmático y embriagador mundo submarino, con sus misterios y leyendas, hogar de dioses y tumba de humanos, ofrece a través de las obras de Laban, Cruz, von Ransonnet-Villez y Pritchard hálito idílico, energía vigorizante, contemplación, misteriosa placidez y misticismo.