Investidura y trincheras

Mariano Rajoy,en la sala de prensa del Palacio de La Moncloa / JuanJo Martin/ EFE

Mariano Rajoy,en la sala de prensa del Palacio de La Moncloa / JuanJo Martin/ EFE

Por Ángel Zurita Hinojal

En lo que aquí importa, la Constitución dispone en su artículo 99.2 que el candidato a la presidencia del Gobierno propuesto por el rey expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara.

No cabe interpretar que una vez propuesto al candidato no le quepa declinar la propuesta. Más lógico será entender que el Jefe del Estado no haría la propuesta si no contara con la aceptación del candidato y con su lealtad. Por eso, por más que se repita no es cierto que en la anterior Legislatura Rajoy desairó al Rey al no aceptar su propuesta. En todo caso lo habría hecho al declinar vox populi una propuesta que estaría por llegar. Aunque cabe la interpretación de que haciendo lo que hizo, allanó el camino al rey y tendió un puente de plata al líder del PSOE, por más que éste no tuviera éxito al cruzarlo.

Volviendo a la actualidad, cierto que hoy ha debido ser un día especial, pero no tan extraordinario, para Rajoy. Está claro que ha aceptado el encargo del Rey, pero tengo para mí que espera en la bajadita a Rivera y a Sánchez -por ese orden- porque para investir hay que tener fuerzas propias o aliadas y para lograr estas es precisa la disposición de las mismas. Y sobre eso no previene nada la Constitución.