Ángel Alonso Pachón
Recuerdo aquellas famosas elecciones sindicales de los años 70. Tengo grabado en mi mala memoria cómo, a todas ellas, acudían personas defensoras de un trabajo digno y económicamente justo. Sindicalistas verticales, sindicalistas de UGT, de Comisiones Obreras, de USO… todos, también los no nombrados, abrieron el paso a un mundo laboral más respetado.
Siento que nunca se aprovecharon de la “masa obrera”. Eran personas de convicciones sociales con apellidos diferentes. Juntos lucharon sin ocultar las diferencias; nunca la “zancadilla” fue utilizada para medrar.
¿Por qué? Creo que la respuesta es muy sencilla. Todas esas formaciones sindicales tenían auténticos líderes; personas con un gran sentido de la realidad social; personas con responsabilidad “Gremial de Estado”; personas que habían aprendido lo más importante en una sociedad: el respeto ideológico del adversario.
Me encantaría que hoy, después de más de cuarenta años, los líderes políticos recordaran a aquellos líderes sindicales, sin ombligo propio, modelos de convivencia seria, firme, valiente y respetuosa.