Emboscada de mafiosos

Fallas de Valencia caricaturizando a políticos del PP/Isacar Martín/Flickr

Fallas de Valencia caricaturizando a políticos del PP/Isacar Martín/Flickr

Por Guillermo Passas Varo

El pasado 26J, el Partido Popular ganó las elecciones. Las ganó habiendo perdido cerca de cuatro millones de votos en comparación con su victoria de 2011. Es tal su afán por gobernar solo que el PP ha querido vender este fracaso del Gobierno de Mariano Rajoy, de sus corruptos y de sus políticas económicas ineficaces, que nos quieren hacer creer ahora que, con su resultado lejos de la mayoría absoluta, el PP ha obtenido poco menos que el mejor resultado de su historia.

Pero lo que me sorprende no es el autobombo, algo a lo que el PP nos tiene más que acostumbrados. Lo que me sorprende es que Paloma Cervilla, palmera en el sentido no botánico del término de Mariano Rajoy y bloguera de ABC, tenga en común con Pablo Iglesias la conclusión de que a Albert Rivera le espera el mismo destino que a Rosa Díez. Como de costumbre, la España de la charanga y la España de la pandereta tienen una cosa en común: a ambas les molesta el regeneracionismo.

Por un lado, el líder supremo de los podemitas habla de un "descalabro" del centrismo, a pesar de haber perdido más del triple de votantes que los que ha perdido Ciudadanos. Intenta salvar los muebles de la casa autoproclamándose la "tercera España", despreciando a la cuarta, a la quinta y a cualquiera que ose desmarcarse del conservadurismo o de cualquiera de estas socialdemocracias, cuyas diferencias esenciales no alcanzamos a comprender del todo. Dice que perder un 0,8% de votantes te relega a la irrelevancia, pero que perder más de un 3% de consolida como la Tercera España. Delirios del mismo que quiso comparar a Karl Marx con Gerhard Schröder.

Por otra parte, los voceros del PP, que se sienten muy orgullosos de ese medio millón de votos que han obtenido de diciembre a junio, consideran que todo lo que no sea arrodillarse ante don Mariano es "soberbia", ignorando la podredumbre corrupta de la organización que lleva presidiendo durante trece años y la total y absoluta ausencia de autocrítica al respecto. Yo les preguntaría a estos cooperadores omisivos del expolio absoluto que hemos sufrido todos los españoles, si no consideran "soberbio" exigir apoyos a pesar de que no se ha hecho absolutamente nada para darnos explicaciones. Si no consideran "soberbio" priorizar en su agenda a quienes quieren romper España que a quienes se han partido la cara en Cataluña para defenderla mientras la señora Sánchez-Camacho traficaba con "fiscales de confianza" al amparo de su preciado colega Jorge Fernández Díaz.

Afortunadamente, la "soberbia" de un servidor no la comparte Albert Rivera, quien tiene las tablas y la destreza suficiente como para aguantar la sonrisa frente a semejante emboscada de mafiosos. Lo que me sorprende es que Pablo Iglesias esté de acuerdo. ¿Será para tapar cursos de formación, tarjetas black y corruptelas varias del partido de su nuevo amigo Alberto Garzón? No lo sabemos, lo que sabemos es que mientras Mariano Rajoy se une con los de Pujol, los que se han cambiado el nombre para ver si se nos olvida que nos han robado millones, sus leales periodistas se dedican a invocar al fantasma de Rosa Díez para ver si de esa forma son capaces de volver a colárnosla.

Pero esta vez no lo harán, porque a diferencia de Rosa Díez, Albert Rivera tiene eso de la humildad muy bien trabajado.