Acabemos con la demagogia austericida

Manifestación anti-austeridad en Bruselas/Maxime De RuycK/Flickr

Manifestación anti-austeridad en Bruselas/Maxime De RuycK/Flickr

Por María Luz Simón González

Sí, acabemos de una vez con esta demagogia que ha condenado la palabra austeridad. 
Un término que la RAE define como "cualidad del austero", y aaustero como:

1. Severo, rigurosamente ajustado a la moral

2. Sobrio, morigerado, sin excesos.

Es decir, la austeridad nos lleva a evitar excesos, lujos, a ser una persona estricta moralmente. ¿Alguien ve algo negativo en todo esto? En mi opinión, todo ello, sería el pilar básico de la perfecta clase media.

La crisis no se ha cargado la clase media como se dice tantas veces, la ha rescatado, la burbuja económica de los años previos nos convirtió en un país de nuevos ricos donde la austeridad, esa forma de vivir con sobriedad para no carecer de nada importante se había ausentado de nuestras vidas y administraciones. La crisis nos puso los pies en el suelo, o en el barro que habíamos construido con nuestros excesos, y el único modo de salir de ese barro es precisamente con austeridad.

Ya que la izquierda radical se declara socialdemócrata, la moderada siempre lo fue y Ciudadanos nos quiere como Dinamarca, habrá que recordar que los países nórdicos, con dilatada y fructífera historia socialdemócrata, son en su vida cotidiana austeros. Los mediterráneos somos más difíciles de casar con la austeridad, de hecho hablar de ahorro en determinados lugares y estratos sociales es de mal gusto.

Ni la Sanidad ni la Educación  son servicios de lujo y se ha aplicado la austeridad, dirán algunos. Efectivamente no lo son, son bienes de primera necesidad, son dos puntos fundamentales para conseguir una sociedad instalada mayoritariamente en la clase media. Pero cualquiera sabe que para tener una buena nutrición no es necesario comer lubina salvaje por muy sana que sea su ingesta, de igual modo ajustar presupuestos en Sanidad y Educación no tiene que suponer perder la Universalidad de estos ni la calidad, la buena gestión puede ahorrar más que un recorte hecho sin una valoración integral de los problemas concretos.

Por ejemplo, si en un hospital reducimos en un 10% el personal sin revisar lo que cada unidad puede reducir realmente sin repercutir en su servicio, habremos reducido un 10% de personal pero alguna unidad pasará a estar mal dotada mientras que es posible que otra siga estando sobredimensionada, habremos perdido la oportunidad de una reducción mayor y estaremos provocando disfuncionalidades. Por tanto, el problema no es la austeridad, el problema no es el recorte, el problema es la gestión sin el análisis preciso de cada lugar, la gestión que no entiende de escala de valores.

Todo ello nos lleva a las siguientes conclusiones:

1.- La clase media sólo se entiende con austeridad.

2.-Un país con gran clase media es un país con más igualdad y su administración, siendo austera, favorecerá el grado de acomodo de esa clase media.

3.-Muchos detractores de la austeridad en realidad lo son también de esa otra definición: morigerado, que significa bien criado y de buenas costumbres.

4.-Si queremos recuperar la clase media necesitamos mantener la austeridad, por supuesto, con eficiencia, pues sin eficiencia, la austeridad se convierte en racanería.

5.-Las madres de clase media son las mejores gestoras de la austeridad, quizá retrasar tanto la maternidad forma parte del origen de este concepto austericida o quizá, la persistencia de la adolescencia tan habitual en esta sociedad necesite romper con lo que nos retrotrae a toda la retahíla de dichos propios de madres eficientes y austeras.