Partidismo idólatra

Discurso don Quijote. Garcia Hispaleto. 1884

Discurso don Quijote. Garcia Hispaleto. 1884

Por Maria Luz Simon Gonzalez

Somos Quijotes, somos Sanchos, somos Lazarillos, Celestinas, Tenorios.... nuestros escritores más emblemáticos miraron a los españoles y les pintaron con sus plumas como fotografías inalterables a través del espacio y el tiempo.

Cambian más los hechos que los enmarcan que los espíritus que los animan. Y no creo que sea la raza, tan variada y variable, creo más en la tierra, en los bosques y en la meseta castellana, en el mar que golpea persistente la costa y la conciencia y el sol que alimenta y quema los sueños.

Y hay algo que se va transformando pero mantiene su esencia y nos empuja hacia la irracionalidad como pulsión incontrolable. La idolatría, a pesar de 800 años de islam, o a lo mejor alimentada por su combate contra ella, la encontramos representada en cada pueblo de nuestra geografía. Se habla de quitar diputaciones y los rincones más minúsculos ven un ataque a sus símbolos. Se habla de retirar la religión del espacio público porque es de todos y se ve un ataque directo a las vírgenes y los santos que defiende cada uno. Se casa el príncipe con una plebeya y, lejos de considerar que es un logro de la igualdad entre españoles, se la ve como alguien indigno de tal elevación. Se buscan líderes que sean elegidos democráticamente para que gestionen el país y queremos santos que podamos elevar al altar que cada uno considere.

Se caen los líderes pero se mantiene la veneración al partido aunque hayan esquilmado las arcas públicas de todas formas posibles de corrupción, aunque hayan organizado actos terroristas, aunque no hayan perseguido el terrorismo como corresponde, aunque hayan apoyado causas contrarias a lo votado por los ciudadanos, aunque el programa electoral haya sido papel mojado en la Moncloa. Nada de esto es suficiente para que un partido, convertido en ídolo, deje de atraer españoles a votar aunque sea con la nariz tapada o mirando al tendido.

Y llegan partidos nuevos, uno con ideas viejas puestas a recalentar y su ídolo en el centro de todo para que su luz no deje ver su interior de engranajes fabricando miseria y destrucción.

El otro partido, naciendo en la trinchera antiindependentista, tiene una trayectoria contraria a ese gran ídolo, el nacionalismo, que le ha aportado un bagaje racional, de camino hacia adelante, con seguidores críticos. Sin embargo, puede dar la impresión que también ha construido un ídolo, con su versión femenina incluso, y ese puede ser su acierto porque después de miles de años de idolatría, difícil es pensar que alguien puede triunfar sin ser ungido con estas gracias. Pero también puede ser su problema, si recoge los votos más racionales, de mentes más libres, menos sectarias, puede ser visto como quienes ven a la reina como una plebeya en un inmerecido trono.

Quizá no podamos abandonar nuestra idiosincrasia idólatra pero sí entender que “ a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, y a los políticos debemos pedirles honradez, sinceridad, equilibrio mental, pero no debemos otorgarles más papel que el de gestionar racionalmente, con la mirada puesta en cada uno de los españoles (y llamo aquí españoles a todos los que viven en esta España que embruja a quien llega, para bien o para mal). Y en esa España bipolar que tanto le cuesta caminar sin hacer ruido, que como no lee el Quijote no sabe que por sus caminos Don Quijote se sanchifica y Sancho se quijotiza y que unidos conforman el espíritu que se construye tras dejarse embaucar por esta piel de toro, negándose a sí misma tantas veces la gloria, quizá sabiendo el vértigo que produce, quizá porque hay que subir muchos peldaños difíciles que exigen la disciplina y racionalidad que necesita templar mucho la pasión para no resbalar.

El domingo 26 de junio nos jugamos unos cuantos peldaños hacia arriba o hacia abajo, mejor subir con tiento, de uno en uno llegaremos más lejos, los políticos deben limpiar e iluminar la escalera, nada más.

No voten por los sueños que nos cuenten, a lo mejor a ellos también se los contaron, voten por quien tenga la mejor, más cuidada y ordenada herramienta. Mi padre, artista de la madera (es decir, ebanista carpintero, que ya puestos a cambiar palabras para dignificarlas, él se lo merece) y el Dr Miguel Ángel Píris (maestro anatomopatólogo de primer nivel) así me lo enseñaron, y creo que debe ser también lo que guíe nuestro norte político.