La presidenta andaluza se ha convertido en el verdadero látigo de Pablo Iglesias desde las filas del PSOE. Suple así la falta de contundencia que viene demostrando Pedro Sánchez, temeroso de que la estrategia de la confrontación pueda volvérsele en contra. El caso es que el contraste salta a a vista: mientras Susana Díaz no deja escapar la oportunidad de arremeter contra Podemos, Sánchez apuesta por la tibieza.

En los últimos días, la dirigente socialista ha llamado "izquierda trilera" al partido de Iglesias; y a éste, "emboscado" y "comunista por la mañana y socialdemócrata por la tarde". Después de que Iglesias alardeara este jueves de su amistad con Zapatero y de que dijera lo mucho que lo admira, Díaz ha respondido con su habitual perspicacia: "Ya ha reivindicado la socialdemocracia, ha reivindicado ser socialista, ahora reivindica a Zapatero... Lo que le queda al señor Iglesias es afiliarse al PSOE".

La diferencia de tono entre Susana Díaz y Sánchez revela las dudas que subyacen en el PSOE acerca de cómo combatir a su rival en la izquierda. El problema del secretario general es que muchos en su partido están convencidos de que quien se equivoca es él, y que el mejor antídoto contra el populismo es rechazarlo de frente.