Del voto útil al voto maestro

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy/Miguel Angel Molina/EFE

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy/Miguel Angel Molina/EFE

Por Jorge Tanarro Colodron

Parece cada vez más imposible que un sólo partido se alce con la mayoría absoluta en las próximas elecciones. Esto debería llevarnos, en principio, a replantearnos el objetivo y el poder de nuestro voto, que resulta ser la base misma de la democracia.

Acostumbrados toda la vida al sistema binario 1vs1 del PP-PSOE, nuestro propio modelo mental y cultural nos invita a aceptar sin la menor consideración su actualización 2vs2: (PP+C’s)-(PSOE+UP). Lo malo de estos sistemas binarios es que refuerzan y se ven reforzados por una visión de la democracia que incorpora cierta lógica hooligan: El voto es algo así como una apuesta deportiva, y uno tiene que apostar por su equipo favorito. Si el equipo favorito pierde, la apuesta (el voto) ha sido inútil porque el premio se lo lleva el oponente. La lógica hooligan acaba beneficiando a los partidos de los extremos, PP y UP, que ya cuentan con la mayor intención de voto según las encuestas. Sólo votar a uno de estos dos partidos sería un voto útil para el sistema binario de la democracia hooligan.

Unos pocos, sin embargo, se han dado cuenta de que ahora el panorama político español guarda cierto paralelismo con el del Parlamento Europeo: PP es EPP, UP es GUE/NGL, PSOE es PES y C’s es ALDE.

Lo que ha pasado en Bruselas es que los tres partidos que comparten una visión común acerca de los valores básicos de convivencia y el funcionamiento de las instituciones (EPP, PES y ALDE) han formado un gobierno de coalición otorgándose un protagonismo equivalente a su respaldo electoral. De esta forma, durante la campaña no pelean por el todo o nada sino que se disputan el liderazgo de un gobierno que acabarán compartiendo. Los ciudadanos podrían asumir que los tres partidos tienen muchas probabilidades de verse como socios de gobierno, por lo que en vez de votar en contra de uno o del otro, pueden utilizar el voto para premiar o castigar ciertos comportamientos, estrategias, propuestas o liderazgos.

La obsesión por las encuestas que domina ahora la gestión de los partidos y sus campañas electorales puede ser utilizada por el ciudadano para desdoblar el efecto de su voto, otorgándole poderes pedagógicos con una dimensión “zanahoria” y una dimensión “palo”. Así el votante se convierte en maestro y jinete de sus representantes políticos, utilizando su voto como sofisticada herramienta demoscópico-pedagógica con una dinámica de lo más intuitiva:

-votar = bocado de placer

-dejar de votar = palazo

La cuestión que hay que plantearse durante la jornada de reflexión consistiría entonces en decidir si el partido al que votamos en las últimas elecciones se merece otro bocado de placer o un palazo, y si merece palo, quién merece entonces el bocado de placer.

Ganen o no ganen nuestros colores, nuestro voto maestro habrá tenido su efecto enseñando buenas formas a nuestros representantes políticos y haciendo madurar nuestra democracia.