La grandeur de la France

Marine Le Pen, líder del Frente Nacional/Vincent Kessler/Reuters

Marine Le Pen, líder del Frente Nacional/Vincent Kessler/Reuters

Por Pablo Rivas Pérez

"Ha nacido y ha sido formado en nuestro país, y se ha hecho multimillonario gracias a una Francia a la que hoy escupe. Indigno. Si no es feliz aquí, que se vaya a jugar a su país".

Así respondía Marine Le Pen al delantero del Real Madrid, Karim Benzema, a cuenta de la polémica que ha suscitado su no convocatoria para la Eurocopa de Francia. Si algo hay que reconocerle a la señora Le Pen es la versatilidad de su oportunismo. Se trata de una política capaz de manejar el más infecto y primitivo de los populismos, presentándolo simultáneamente como la acérrima defensa de los principios que inspiraron la República Francesa.

La técnica no es sencilla. El arte de mostrar una sarta de barbaridades no ya como alternativa política aceptable, sino incluso como una verdad obvia y difícilmente cuestionable, requiere de una depuración de las formas discursivas muy compleja. Para ello, claro, resulta necesario apelar al conocido banderín de enganche: “Yo hablo como la gente de la calle”. Disimular la falta de rigor (y de ética) como escogida campechanía. Y para evitar los estragos de un exceso de superficialidad y brocha gorda, hay que ofrecer unas gotas de pseudocultura, estratégicamente situadas, para suplir con el oropel que conserva la cita aún descontextualizada, el brillo que le falta a la lengua de taberna. Al fin y al cabo, al pueblo le gusta sentirse listo. Así, hace un año, la misma Marine Le Pen que manda al moro madridista a su lugar adecuado y que se lamenta por los peligros que Schengen y el proyecto europeo suponen para la vida cotidiana del francesito medio, aludía al filósofo Albert Camus en un artículo que le publicó el New York Times. Todo un juego de contrapesos verbales absolutamente estudiado.

Sin embargo, la desfachatez tiene un límite. Marine Le Pen intenta apropiarse de la figura de Camus, conocido por su conmovedora defensa de la esencia de Francia durante los años duros de la Segunda Guerra Mundial. En sus Cartas a un amigo alemán, el escritor realiza un ejercicio de honestidad racional e ilustrada, que, como aclarará en el prólogo de una versión posterior, no se trata de un apasionado alegato hacia ninguna patria, sino la invocación de una actitud, encarnada de forma coyuntural en la República Francesa resistente a la invasión nazi. La patria de Camus es una tradición intelectual que parte de la duda, y que necesita de la libertad de pensamiento, frente a culturas de la pertenencia, para alcanzar la verdad, siempre provisional y sometida a escrutinio. Justo lo contrario de lo que representa la señora Le Pen.

En cualquier caso, tampoco es necesario un análisis crítico excepcionalmente elevado para exhibir las contradicciones y estulticias del Frente Nacional. Basta con recordar, por ejemplo, que el lugar de nacimiento del añorado Albert Camus es, curiosamente, Argelia.

Karim Benzema nació en Lyon.