Por Ángel Alonso Pachón
Sr. Director:
Las grandes naciones nacen y se desarrollan bajo dos estandartes: la bandera como sentimiento y símbolo de unidad y la educación como base de entendimiento y conocimiento de la universalidad.
Manipular políticamente estos conceptos es utilizar inquisitorialmente la esencia de la “la polis” y de la “ciudadanía”, es decir de la libertad individual y de la libertad colectiva.
La educación, como tronco fundamental de toda nación, debe ser considerada un legado consensuado por todos, para servicio de todos e intransferible a ningún partido.
Los profesionales, no los políticos, es decir los sociólogos, los miembros de las Reales Academias, los educadores vocacionales, deberían llevar a cabo un estudio comparativo de la educación en los países de nuestro entorno y en los países más avanzados en el ámbito internacional.
Estos profesionales son los que, tras ese estudio de lógica educacional comparativa, deberían plantear un sistema que agrupase lo mejor y más adecuado para nuestro país, independientement de la lógica política utilitaria.
Acordado el sistema nacional de educación:¡Que los políticos legislen su duración, los mecanismos para su adaptación en el tiempo y las sanciones por su incumplimiento!
De este modo, seguro que nos iría mejor y sobre todo no volveríamos locos a nuestra infancia y juventud.