La bruja

La bruja

La bruja

Por Gerardo Gonzalo Pérez

Todo es desasosegante en un film que nos muestra como el extremismo, en este caso religioso, suele llevar a las puertas de la irracionalidad a quienes lo practican.

Más que una película de terror, nos encontramos ante una historia de aislamiento, donde la sugestión y la realidad se entremezclan en el devenir de unos personajes que aquí son una familia de colonos expulsados de su comunidad que se asientan a las puertas de un bosque, metáfora (o realidad) de un mal al acecho.

Aquí el terror es ambiental, nos muestra su caldo de cultivo, y su final abriría una puerta a un film de terror al uso. Es lo que Haneke nos explica en La cinta blanca, y que degenerará en nazismo o lo que Fincher hace en Zodiac como contrapunto al sueño americano. Aquí el debutante Eggers nos describe ese umbral de irracionalidad que traspasado desemboca en el diabólico e irreal mundo de lo paranormal, que aquí representa la bruja.

Junto a la admirable ambientación de la película hay que resaltar las brillantes interpretaciones de Ralph Ineson y Ana Taylor-Joy, (padre e hija en el filme) que lejos del habitual histrionismo interpretativo propio del género, sustentan con verismo un relato en el que no es fácil entrar, pero cuya atmósfera poco a poco te va envolviendo, para concluir en una media hora final antológica.

Película no tanto de impacto, como de las que dejan poso, y a la que vuelves una y otra vez pasados los días. De ella renegaran las habituales tribus seguidoras del cine de terror por su ausencia de sangre, descuartizamientos y amputaciones, pero no se engañen,es un film que pretende trascender y que nos coloca a cada uno frente al terror más terrible, el de nuestros demonios interiores.