Donde fueres haz lo que vieres

El secretario general de Podemos junto al secretario de Organización del partido y la secretaria general de Podemos Andalucía,Rafa Alcaide/EFE

El secretario general de Podemos junto al secretario de Organización del partido y la secretaria general de Podemos Andalucía,Rafa Alcaide/EFE

Por Jose Enrique Chamorro Muriel

Ya no cabe duda que Podemos es parte de la casta. Desde el mismo momento en el que la formación morada y el conglomerado que orbita a su alrededor tuvieron cuota de poder, hicieron justo lo contrario de lo que predican. No es que me sorprenda, y lo normal es que nadie se sienta sorprendido ante los desmanes y desparrame ideológico de una formación que se hace llamar a sí misma "partido".

No es el "ordeno y mando", la falta de democracia interna o las imposiciones dictatoriales lo que más llama la atención de un partido que nació con la sana convicción de la regeneración democrática. Caso curioso éste de la nueva política llevada a cabo por politólogos profesionales que supieron aprovechar lo que el siglo XXI ofrece en cuanto a promoción.

La enfermiza costumbre de colocar a dedo a familiares en la política no es nueva y lejos de desaparecer, la "nueva política" la practica más que nunca. Sobrinos, maridos y hasta una legión de exnovias forman un ejército "popular" que sobreviven gracias al erario público.

No seré yo quien alce la voz en su contra, pues ni estoy legitimado ni me sorprende ya en esta sopa de letras con nuevos tintes frentepopulistas. Quien debiera o debiese alzar su voz ante tanta corrupción son los que engañados o simplemente esperanzados dan su voto a un partido que se presuponía libre de todo pecado.

Y es que no todo es corrupción política, sino también moral. No creo que partidos o coaliciones que cuentan en sus filas con delicuentes vengan a darnos a todos lecciones de ética, moral o comportamiento. Y es que la mayoría de los partidos cuentan en sus filas con personas de dudosa legitimidad para el ejercicio de la política, pero en un partido que enarbola la bandera de la limpieza no debiera ser posible.

La manipulación profesional que se hace de una formación por parte de politólogos es brutal. Se busca un caldo de cultivo con unas determinadas características y se trabaja. Jugar con las ilusiones de la masa no puede ser bueno, y de ello dan fe las encuestas que daban cuenta de la caída de los podemitas y sus secuaces.

Comprensible y admisible la necesidad de una regeneración política y una vuelta de tuerca a un sistema bipartidista que según nos dicen está ya acabado, pero flaco favor nos hacen si los que vienen hacen lo mismo.

Yo no creo que el sistema bipartidista sea el demonio, es más, ya hace mucho tiempo que perdí la fe en la política, pero no miraría con malos ojos a un partido que viniera con la honestidad por bandera y de verdad predicara con el ejemplo. Quizás si saliera un partido honrado no sería un partido político propiamente dicho.

Todo votante, simpatizante o militante de un partido, debe tener asumido que la corrupción es algo inherente al ser humano, y por ello a la política. Intentar desterrar la corrupción o las prácticas dudosas de un ecosistema que se ha retroalimentado desde el inicio de la humanidad es como intentar alcanzar la luna.

Legítimo es soñar con estrellas, pero difícil llegar a ellas y manipular los sentimientos de una parte de la población que por unas u otras razones se acerca a un partido populista es cuanto menos deleznable. Hay una parte de nuestros compatriotas sumidos en la miseria y pobreza, pero también hay una parte de la población con sueldos millonarios con un trabajo más o menos "relajado". Estos últimos no son enchufes del malvado sistema bipartidista que está sumido en la más apestosa corrupción, sino que son familiares o antiguas parejas sentimentales de aquellos que han venido a "salvarnos de las garras de la opresión fascista". No hay mayor chollo en este país que haber conocido o dorado la píldora a los nuevos mesías de la nueva era de la política.

El panorama es escandaloso, desde cajas B de los que se autodenominan patriotas de pro, a aquellos que se gastan el dinero de los parados en prostitutas y droga pasando a las parejas de los machos "alfa" de la manada populista. Y no pasa nada.

No pasa nada porque la corrupción sigue, no pasa nada porque es un estado de derecho en el que el delincuente es impune solamente por pertenecer a una casta ya sea roja, azul o morada. Un estado en el que algunos representantes de los ciudadanos se encargan de asaltar capillas sentenciando que los contrarios van a arder como antes ardieron otros es un estado podrido. Un estado en el que los sindicatos con dinero público se dedican a todo menos a defender a los trabajadores, un estado que permite que en zonas de su geografía se pite a los símbolos de la patria, es un estado que trata de implosionar.

Y mientras los habitantes se agreden con varas verdes cargadas de odio ideológico, de humillación al contrario, de un " y tú más" que no deja de ser siempre lo mismo. Las mismas maneras con distintas caretas.

A la vez que los españoles de la calle trabajamos hasta la extenuación para poder llevar una vida digna lejos de la política, soñamos con ser maridos, amantes o sobrinos de morado color.