Bajarse del burro

El Congreso de los Diputados/EFE

El Congreso de los Diputados/EFE

Por Miguel Lázaro, @miguel_lazaro_

Esto es España: ahora más que nunca, los políticos son el fiel retrato de la ciudadanía que les vota, porque para bien o para mal, sí nos representan.

Echarle la culpa a los políticos de que no lleguen a acuerdos, es lo mismo que decir que los españoles, los que dicen serlo y los que no, estamos siempre dispuestos a hacer renuncias por el bien común, o por el vecino.

España es un patio donde las afinidades y las antipatías marcan la convivencia en el bloque, una comunidad de propietarios donde la vecina del segundo es amiga de la del cuarto y no se habla con la del tercero. Es también la cola del supermercado, donde siempre hay alguien empujando detrás con el carrito, mientras que quien va delante se eterniza contando monedas frente a la cajera. Es la oficina donde se forman grupitos y bandos entre compañeros, donde tienes que trabajar dos veces: una para hacer tu trabajo, y otra para que no te desacrediten.

España es también esa reunión familiar tan pesada, en la que tienes que aguantar al basilisco de tu suegro creyéndose siempre en posesión de la verdad, los comentarios con puntilla de tu suegra, y aquel cuñado becerro donde los haya, que solamente parece querer hablar cuando otro ya ha empezado, elevando la voz para pisarle el discurso. Todo esto es España, así que no vayamos a pedirle peras al olmo. Y si tu suegro no se baja del burro y tienes que seguirle la corriente para evitar una discusión, tres cuartos de lo mismo para firmar un Acuerdo de Gobierno.

Piensa también que, si es una discusión con un compañero de trabajo, tú crees tener razón y el otro también, y no se llega a un punto común, ambos competirán por separado entregando su trabajo aparte. O en la peluquería, por ejemplo, todas las asistentes cantan un rumor a coro, que enseguida atajan cuando la protagonista del rumor entra por la puerta. Todas saludarán con sonrisa falsa y comenzarán a hablar del calor o del frío estacional. Si nosotros actuamos de esta manera en nuestro día a día ¿qué esperamos obtener si nuestro voto es por afinidad a un programa o a unas ideas que se asemejan a las nuestras?

Escurrir el bulto y no bajarse del burro siguen siendo deporte nacional: no es una justificación, pero prefiero ser realista a idealista en este caso. La omisión de la responsabilidad y el “quítate tú para ponerme yo” es el padrenuestro del recetario del comportamiento ibérico, por eso España es un país de funcionarios en el que se castiga al emprendedor y al que tiene ideas por materializar.

En España mientras tienes un asiento, si lo puede hacer otro… pues ¡que lo haga otro! Se invierte más esfuerzo en buscar culpables, responsables y justificarse a uno mismo, que en terminar el trabajo pendiente, en ver quién mueve ficha para seguidamente quedarse encima, en no hablar antes para que sea otro quien se moje y se equivoque. Si somos así, ¿qué esperamos obtener de los políticos que son nuestro fiel retrato? Si somos incapaces de reconciliarnos con un hermano o un vecino, no nos va a quedar otra que la imposición de los números, más que nada para no obligarnos a un imposible: acordar. Es más fácil quejarse, mientras sea otro quien gobierne.