Palabras sin pensamientos, nunca van al cielo

Por Sigfrido Samet

W. Shakespeare (“Hamlet”, acto 3, escena 2)

Algunos consideran razonable la “unión de las izquierdas” para enfrentar a la “derecha” y acceder al gobierno.

La “izquierda” estaría constituida por el PSOE, Podemos, e IU.

La “derecha” sería el PP ¿más Ciudadanos? Hay dificultad para adjudicar ese o el otro membrete a Ciudadanos. ¿Será de “derecha”, de “izquierda”, o de ninguno de los dos?¿Qué es lo que hace que un partido sea de “derecha” o de “izquierda”?

PSOE, Podemos e IU quieren “el cambio”. ¿Qué cambio? Para ellos el cambio consiste en echar al PP y asumir ellos el Gobierno. Es lo único que tienen en común.

No es fácil encontrar dos partidos tan similares como PP y PSOE. El PP mantuvo las leyes de Zapatero (“Memoria Histórica”, Estatuto de Cataluña, etc.). Igual que ZP dejó en libertad a muchos etarras. Igual que ZP mantuvo el Estado de las Autonomías y no redujo sino que agrandó el aparato del Estado (y si logró alguna mejora en la economía, lo hizo aumentando los impuestos, no reduciendo el Estado elefantiásico).

En cambio, es difícil encontrar partidos tan opuestos e incompatibles como PSOE (al menos el anterior a Sánchez-ZP) y Podemos.

¿Por qué, entonces, se mete a ambos en el mismo saco, en “la izquierda”? A mi parecer se debe a que se confunden palabras con hechos. Si alguien anuncia, por ejemplo, que si obtiene el poder asignará un sueldo de mil euros (o tres mil, ¿por qué no?) a todo ciudadano, trabaje o no, será calificado de “izquierdista”, aunque no explique de donde saldrá el dinero necesario. Tal vez -creerá alguno- el Gobierno disponga de inagotables tesoros, o, en último caso, se podría expropiar a “los ricos” (no a “nosotros”). Y no pensemos en las consecuencias (los “ricos” trasladarían sus empresas a otros países y nadie invertiría en España, con lo que se perderían muchísimos puestos de trabajo, aumentando el paro y cegando las fuentes de riqueza).

Los gobiernos populistas son destructivos y peligrosos. No porque sean “de izquierda”, sino porque prometen cosas irrealizables, que destrozan la economía. Su objetivo es el poder, y como una vez alcanzado no pueden cumplir lo que han prometido, para mantenerse en él, recurren a la represión. Así sucedió en la Alemania nazi, en la URSS, y actualmente en Venezuela.

¿Por qué partidos tan similares como PP y PSOE simulan ser totalmente antagónicos? Si se mostraran prácticamente iguales, no tendría sentido cambiar uno por el otro. Si el PSOE pretende el Gobierno, tiene que aparentar ser lo opuesto al PP para poder apelar al argumento de “el cambio”.

“Derecha” e “izquierda” no son antagónicas pues están en diferentes planos. La “izquierda” es ideológica (con la deformación de la realidad que la ideología implica) mientras que la “derecha” es pragmática. La “izquierda” promete cosas gratas a los oídos de la gente, casi siempre irrealizables: sólo son expresiones de (buenos) deseos. Por éstas dos razones, opino que “derecha e izquierda” no son categorías políticas (sino, a lo sumo éticas, y forman parte del marketing político). Sería muy conveniente que políticos y politólogos abandonen estas antiguas y confusionistas palabrejas.

LEYES Y CONSTITUCIÓN

No son las leyes las que otorgan derechos. La esclavitud no desapareció por la bondad de nadie, sino porque la irrupción del maquinismo la volvió antieconómica.

El derecho generalizado al voto no surgió de la ley, sino de la necesidad de lograr gobernabilidad en sociedades cada vez más ricas y complejas.

Las leyes consagran lo que el nivel de complejidad volvió inevitable. La Constitución Española de 1978 contiene dos artículos poco claros, que el populismo utiliza para “exigir” lo que no es exigible.

El artículo 35 dice: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo (…)”. Y el artículo 47: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”.

Como diría Isaiah Berlín, ambos artículos se refieren a “derechos negativos”. Es decir: nadie te puede prohibir (si tienes el dinero necesario) comprar o alquilar una vivienda. Nadie puede impedirte -con pretextos como raza, religión, sexo, color de la piel, etc.- acceder a un empleo, profesión u oficio (si el mercado lo requiere).

Estos artículos tienen una redacción confusa que sugiere que el Gobierno garantiza la obtención de trabajo y de vivienda. Salvo en algunos casos en que puede ser de alguna ayuda, la responsabilidad del Gobierno se limita al aspecto “negativo” de estos derechos. El Estado obtiene el dinero de los contribuyentes cobrándoles impuestos. Si dedicara una parte a suministrar vivienda a algunos, lo haría a expensas de los demás ciudadanos.