Luis Del Pino también comete errores

Por César Masso, @cesar_masso, economista

En el programa Sin complejos de es.radio del 10 de abril asistimos a uno de esos momentos en los que a uno le dan ganas de apagar la radio, desenchufarla y tirarla por la ventana. Sin complejos está dirigido y presentado por Luis del Pino, un periodista afamado y respetado entre los oyentes (entre ellos yo mismo) por su ecuanimidad, por su búsqueda de la verdad -es de resaltar su investigación del 11M-, y por su constante apoyo a las víctimas del terrorismo -tanto es así que José Alcaraz es contertulio habitual en su programa-. Pero hasta los mejores cometen errores, y en este caso uno grave, ya que la falta de respeto a los oyentes no debería producirse nunca en su programa. Más aún si esa falta de respeto nace de la ignorancia.

Al final de la tertulia de dicho programa, se leen comentarios enviados por los oyentes a los cuales los contertulios responden o comentan si lo creen oportuno. Transcribo aquí uno de esos intercambios:

Jesús (oyente, mensaje leído por una de las asistentes del programa): El verdadero problema de de la democracia o de la “choricracia” como yo la denomino es el de “una persona un voto”. Mientras que valga lo mismo el de una persona de alguien con criterio que el de los socio-integrados, borregos y borregas que se creen lo que promete cualquier político hipócrita, la democracia es el chollo para esos ladrones ególatras y también para algún dictador como el que invadió Venezuela.

Isabel San Sebastián (tertuliana): Jesús tiene que progresar un poquito, tiene que evolucionar un poquito, tiene que enterarse de lo que significa democracia, le falta alguna lectura y un ratito de reflexión, ¿eh?

Luis del Pino: Si, bastante, bastante.

Mientras que el oyente pone en duda el concepto de “una persona un voto”, la señora San Sebastián se lanza al cuello del mismo insinuando que es un retrógrado (“tiene que evolucionar”) y un ignorante (“tiene que enterarse”; “le falta alguna lectura”).

Históricamente, nunca se ha dado la situación en la que existiese esa equivalencia de “una persona un voto”. Ni en España, ni en ningún país del mundo. Desde el nacimiento de la democracia ésta ha sido ejercida por parte de la población. En sus orígenes por los ciudadanos varones libres, y más adelante excluida de la misma los libertos, negros, criminales o mujeres. Hoy en día todo eso ha quedado atrás por fortuna… ¿o no?

Hoy en día, en España se siguen teniendo limitaciones por las que un ciudadano no puede votar. Limitaciones en base a los mismos argumentos que exponía el oyente en su interlocución: la falta de criterio. Dos ejemplos claros son los niños y las personas con deficiencias psíquicas. Estas personas son ciudadanos españoles igual que la señora San Sebastián o que yo, pero no les permitimos votar. En un caso porque hemos trazado una línea arbitraria para medir el nivel de inteligencia mínimo que debe tener una persona para ejercer el derecho de sufragio activo: exactamente el argumento del oyente. En otro porque consideramos que un niño no tiene el criterio suficiente para tomar una decisión: una vez más el argumento del oyente. Si eres un niño, y a partir de ciertas edades, puedes casarte, trabajar, tener hijos, emanciparte, pagar impuestos….. pero no votar. Y nadie se escandaliza de ello. Son ciudadanos igual que los adultos o las personas que no tienen una discapacidad psíquica, pero a diferencia de los deberes, que sí se los pasamos a sus padres o tutores (vivienda, manutención, educación, etc), el derecho de voto para que defiendan sus intereses no se lo adjudicamos a sus tutores. Así pues un progenitor sólo, con dos hijos y que tenga que cuidar de su padre con alzheimer (por poner un ejemplo) contará con 1 voto para defender los intereses de 4 ciudadanos.

¿Se imaginan ustedes la revolución que significaría que todos los ciudadanos tuviesen derecho a voto, aunque fuese ejercido por sus tutores? Antes de las elecciones asistimos como se producen subidas de pensiones, o dádivas para con los funcionarios (7.5 y 3 millones de votos respectivamente). Imagínense que significaría en términos de política social y educativa que diésemos derecho a los padres o tutores a votar para defender los derechos de los 8 millones de menores de edad a los que actualmente les privamos de ese derecho.

Lo irritante del asunto no es que la señora San Sebastián califique de retrógrado e ignorante a un oyente, acusándole precisamente de los pecados que ella comete. Lo enojoso no es que llame ignorante a un oyente cuando, bien desconoce, bien olvida cuál ha sido en la historia y es en la actualidad la situación de la democracia en España y en el mundo. Cualquier tertuliano de cualquier programa de radio o televisión puede soltar una barbaridad y usar calificativos vejatorios en un momento u otro. Lo realmente decepcionante es que el director del programa, don Luis del Pino, en vez de pararle los pies y ponerla en su sitio, se una a un linchamiento inmerecido.

“Si, bastante, bastante”