Volver a votar no es ni mi fracaso ni mi drama

El expresidente del Gobierno español Felipe González/Sebastião Moreira/EFE

El expresidente del Gobierno español Felipe González/Sebastião Moreira/EFE

Por Ángel Zurita Hinojal

Por una vez suscribo de cabo a rabo la afirmación del viernes 11 de quien ha ocupado más tiempo la “segunda magistratura” de la Nación. Felipe González afirma que sería un fracaso volver a votar el 26 de junio, pero matiza que no un drama. Y matizando un poco más reconoce que el fracaso sería de la “clase política”.

Caso omiso de la demodé referencia a la clase política, me alivia leer de alguien tan significado lo que en lógica deducción es tanto como afirmar que el supuesto fracaso no sería atribuible a la sociedad, al electorado, a los ciudadanos o a cualesquiera referentes que los malos exponentes de esa clase política quieran interponer entre ellos y esa sociedad, ese electorado, esa ciudadanía.

Por más que lo intenté no logré asumir como propio ese potencial fracaso. Es más, mejor me parece asimilar el papel de la sociedad, el electorado, el ciudadano al del examinador, maestro, profesor que le dice a su alumno que vuelva en septiembre.

A pesar de que parece evidente que los políticos -mejor los partidos- están a punto de desperdiciar una rara oportunidad de acometer las reformas que necesita España con la herramienta que tan efectiva resultó en la Transición, el consenso, no tengo claro siquiera que el fracaso sea de los que integran aquella clase política, pero sí que no lo es de la sociedad, del electorado, o de cada ciudadano en concreto.

En aquella tesitura, frente a la masificación y la vacuidad de la gente, el Pueblo sería más soberano si cabe. Pero… no nos flagelemos y dejemos que fluya lo que no podemos evitar. Y si alguien o algo llega a fracasar, que se concreten las responsabilidades sin recurrir al chivo expiatorio habitual.